Rosa Wroblevski de Duarte fue asesinada en diciembre de 2001. Marcelo Fabián Owczarczyn y Juan Eduardo Bruno pasaron 20 años tras las rejas. Se probó que asesinaron la víctima para cubrir el robo que perpetraron para irse de vacaciones
En octubre de 2003, el Tribunal Penal Uno de Posadas condenó a prisión perpetua a Marcelo Fabián Owczarczyn y a Juan Eduardo Bruno por el brutal homicidio de Rosa Wroblevski de Duarte (74), hecho perpetrado en diciembre de 2001 en Azara.
Se trata de uno de los crímenes más resonantes en la historia de la citada localidad de Misiones, ya que la víctima era jubilada del Registro de las Personas y conocida con el cariñoso apodo de “la mamá de Azara” por la cantidad de recién nacidos que inscribió.
Los implicados fueron condenados a prisión perpetua, pena que en ese entonces contemplaba 25 años tras las rejas, monto que luego -por la modificación del Código Penal- se elevó a 35 años.
En consecuencia, si bien recién a fines de 2026 cumplirán la pena impuesta, a mediados del año pasado el TP Uno de Posadas les otorgó la libertad condicional a ambos.
Bruno dejó la cárcel de Loreto el 29 de abril de 2022; mientras que Owczarczyn abandonó la Unidad Penal II de Oberá el 15 de junio. Actualmente, el primero tiene 40 años y el segundo 43.
En los respectivos oficios, el Tribunal actuante ordenó “el estricto control” de los condenados por parte del Patronato de Liberados y Egresados de la Provincia de Misiones hasta el cumplimiento de la pena, previsto para dentro de tres años.
La obtención del beneficio de la libertad condicional se basó en la buena conducta que exhibieron durante los años de encierro, como también a informes psicológicos y socio ambientales. Tampoco se reportaron problemas por las salidas transitorias previas.
En tanto, como es de protocolo, deben contar con un domicilio legal y presentarse ante la autoridad judicial cada vez que se los requiera.
El crimen
Entre la noche del 28 y madrugada del 29 de diciembre de 2001, Rosa Wroblevski de Duarte fue atacada a golpes y luego la estrangulada, según precisó la autopsia.
Los delincuentes revisaron toda la casa en busca de los bienes de la víctima. Así, se apoderaron de alrededor de mil pesos en efectivo (entonces una suma considerable) y varias alhajas.
Un par de días más tarde se fueron de vacaciones a Mar del Plata, donde finalmente fueron hallados por la Policía mientras caminaban por la peatonal.
En la instrucción del caso se determinó que Owczarczyn y Bruno eran pareja, tal como reconocieron ante una profesional del Cuerpo Médico Forense que declaró en el juicio.
Ambos fueron condenados a prisión perpetua por el delito de homicidio doblemente calificado por la alevosía y para ocultar otro ilícito.
Los jueces Ángel Dejesús Cardozo, Martín Errecaborde y Demetria González de Cantero fallaron en consonancia con la fiscal Liliana Picazo, quien expuso en su alegato la alevosía con la que mataron a la víctima para que no los denunciara por el robo de los ahorros que guardaba.
Se estableció que la jubilada conocía a Owczarczyn porque era amiga de su abuela.
Si bien no hubo testigos del hecho, el aporte de los vecinos del pueblo y una serie de pericias permitió reconstruir que, previo al crimen, Wroblevski viajó a un banco de Apóstoles para cobrar su jubilación.
La fiscal consideró que los asesinos atacaron a la víctima en la cocina y llevaron el cuerpo hasta el dormitorio. Prueba de ello fueron las lesiones que los forenses hallaron en los brazos, sumadas a los golpes en la cabeza y marcas de ahorcamiento alrededor del cuello.
Las pruebas
Según se reconstruyó por crónicas del juicio, Picazo subrayó que Owczarczyn jugó un rol clave en el hecho porque la víctima le tenía confianza por la amistad con su abuela, lo que facilitó el ingreso a la casa.
Pero más allá de eso, la titular del ministerio fiscal hizo hincapié en un detalle que evidenció la sangre fría del imputado.
En tal sentido, contó que antes de escapar hacia Mar del Plata con el dinero robado, el acusado se dirigió hasta la comisaría del pueblo y le comentó al jefe de guardia que estaba preocupado por lo que había pasado con la jubilada -cuyo crimen ya había trascendido-, puesto que él viajaba unos días y su abuela se quedaría sola.
Sin dudas, un accionar propio de una personalidad manipuladora, como describió una psiquiatra en el juicio oral.
Por su parte, varios testigos declararon que un día antes del homicidio vieron a los imputados haciendo dedo en la ruta, por lo que inferían que no tenían plata.
Pero un día después los vieron esperando un colectivo para viajar hacia Posadas, donde luego se supo que vendieron las joyas robadas.
Al respecto, un día antes de abordar el micro que los llevaría a Mar del Plata tomaron un remís y el conductor vio que la billetera de uno de ellos estaba llena de billetes, según declaró.
Uno manipulador, otro sumiso
Lilian Belloni, la defensora de Owczarczyn, afirmó que la intención del acusado fue robar y no matar, por lo que pidió que fuera condenado por el delito de homicidio en ocasión de robo.
Por su parte, la defensora de Bruno, Ana Amiel, también desligó del homicidio a su cliente, ya que según su punto de vista no había pruebas concretas que lo vinculara.
Previo al fallo condenatorio, sólo Owczarczyn ensayó un pedido de disculpas y reiteró que nada tuvo que ver en el homicidio porque sólo fue a robar.
Como contrapartida, en el debate oral se concluyó que la pareja actuó con premeditación. Uno de ellos llevó una pañoleta de grandes dimensiones, con la que estrangularon a la jubilada.
Para los jueces, Owczarczyn sujetó a la víctima del cuello y Bruno la inmovilizó. Luego la arrastraron hasta la pieza, donde a la mañana siguiente fue hallada por familiares.
También determinaron que el primero aprovechó que Rosa Wroblevski era amiga de su abuela, le tenía confianza y ello le facilitó el acceso a la vivienda.
El móvil del crimen no habría sido otro que la obtención de dinero para irse de vacaciones a Mar del Plata, lo que concretaron, aunque en el camino dejaron un reguero de pruebas que los incriminaron.
En su informe, la psiquiatra del Cuerpo Médico Forense Norma Lapunte de Acosta calificó a Owczarczyn como “manipulador, muy artificial y afecto a utilizar la seducción para relacionarse con los demás”.
En contrapartida, catalogó a Bruno como “sumiso y dependiente. Añadió además que hacía lo que su concubino quería para satisfacerlo y para sentirse bien él mismo”.
El alto perfil de Owczarczyn
A diferencia de Juan Eduardo Bruno, quien luego del crimen paso desapercibido, el nombre de Marcelo Fabián Owczarczyn apareció varias veces en los medios por diferentes hechos, como una recordada fuga de la Seccional Tercera de Posadas y su posterior casamiento con una mujer transgénero.
La fuga de registró a mediados de julio del 2003, antes de ser condenado. Incluso, Owczarczyn dejó una carta dirigida a los policías y la Justicia, donde explicó que tomó la decisión de irse porque no se respetaban sus derechos.
Se quejó porque su causa no avanzaba lo suficientemente rápido y, en ese contexto, aprovechó para reiterar: “Soy inocente”, según consignan las crónicas de entonces.
Los evadidos fueron cuatro, quienes limaron dos barrotes de una puerta reja que daba al patio interno, desde donde ganaron la calle.
Días más tarde, Owczarczyn fue detenido en Azara, donde pretendía refugiarse en casa de su abuela.
Casi una década más tarde, su nombre volvió a los medios porque fue protagonista del primer matrimonio igualitario en el contexto carcelario del país. Fue en julio de 2012 en la Unidad Penal II de Oberá.
Se casó con una persona que se hallaba en libertad, una mujer trans con estudios universitarios y sin antecedentes penales. La pareja se mostró emocionada y se juró amor eterno. En tanto, allegados al matrimonio confirmaron que actualmente están separados.
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Daniel Villamea, periodista, hincha de River (no fanático), Maradoniano, adicto a Charly García, Borgiano y papá de Manuel y Santiago, mis socios en este proyecto independiente surgido de la pasión por contar historias y, si se puede, ayudar a otros.