“Cada vez hay más mujeres que se dedican a la prostitución en Oberá”             

La historia de Ana grafica una realidad que transcurre a la vista de todos, como también de manera mucho más sutil. “No te voy a mentir: la primera vez tuve mucho asco. Pero al otro día mis hijos comieron de lo mejor”, reconoció

“Ana” es un nombre de fantasía para la mujer de 34 años, madre de tres chicos a los cuales cría sola. Creció en Oberá en el ámbito de una familia de clase trabajadora. Su papá fue empleado de comercio y su mamá era peluquera, además de ama de casa.

Ana cursó el secundario en el Nacional con buenas notas y quiso ser contadora, pero justo en esos años su mamá se enfermó y tuvo que hacerse cargo de su hermana más chica, mientras que su papá acompañaba a su esposa en el tratamiento en Posadas. La economía tampoco ayudó, pasó un año, otro y nunca pudo iniciar la facultad.

Trabajó como niñera, tuvo experiencia en venta de ropa y en supermercado. Se puso en pareja, tuvo hijos y aguantó las mil y una, aseguró. Al final el tipo se fue y desde entonces Ana está sola con sus chicos.

“Con la pandemia se complicó todo. Me quedé sin trabajo y hubo un momento en que no tenía qué darles de comer a mis hijos. Estaba desesperada y una amiga me propuso algo que nunca imaginé que haría. Me dijo que había un viejo que pagaba para estar con mujeres y que yo era el tipo de mujer que le gustaba. No te voy a mentir: la primera vez tuve mucho asco. Pero al otro día mis hijos comieron de lo mejor”, reconoció Ana.

Variada oferta

Confió que hasta ahora nunca tuvo que salir a la ruta, como hacen otras chicas, sino que se maneja por redes con contactos conocidos.

“Tengo amigas que también venden contenido, fotos o videos desnudas y cosas sexuales, pero yo en esa no me enganché. Lo que sí, cada vez hay más mujeres que se dedican a la prostitución en Oberá. Incluso hay algunas que tienen un trabajo, pero también se prostituyen porque ganan poco en el trabajo. Muchas tiene los hijos a cargo, porque los padres ni un cargo”, lamentó.

El caso de Ana grafica el de muchas obereñas que afrontan como pueden la crisis actual. Si bien al tratarse de una actividad marginal no existen estadísticas, alcanza con recorrer la ciudad para notar el incremento de mujeres que se prostituyen, con epicentro en la ruta Nacional 14.

Pero eso está a la vista, otro gran “mercado” transcurre online con amplia oferta, mucho más sutil.

“No me importa lo que diga la gente. Para mí lo que vale es que mis hijos coman y estén bien”, subrayó Ana.

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