La esposa de un conocido empresario obereño comentó su experiencia con el médico Aníbal Lotocki. “Veía por la tele que cada tanto lo escrachaban, pero no imaginé que los casos eran tan graves y menos que la gente se iba a morir”, reconoció
Por estos días, el médico obereño Aníbal Lotocki (53) acapara espacio en todos los medios nacionales a raíz de las tragedias de la modelo Silvina Luna y del panelista Mariano Caprarola, quienes fallecieron por graves secuelas posoperatorias.
En febrero del año pasado, el cirujano fue condenado a la pena de cuatro años de prisión y cinco de inhabilitación para ejercer la medicina tras haber sido encontrado culpable del delito de “lesiones graves”, donde las víctimas fueron la citada Luna, Stefanía Xipolitakis, Gabriela Trenchi y Pamela Sosa.
Pero dicho fallo recién quedó firme el 13 de julio pasado, por lo que durante casi un año y medio Lotocki siguió atendiendo y operando pacientes.
Incluso, según varias personas, el cirujano viajó varias veces a Oberá para atender en el consultorio de su hermano, quien posee un centro de estética.
“Hasta hace poco Lotocki atendía en Oberá, en el consultorio del hermano, adonde venían de toda la provincia. El tipo ningún cargo, y si le preguntabas decía que las acusaciones en su contra eran para sacarle plata”, comentó una ex paciente del cirujano ahora inhabilitado.
Tras solicitar la reserva de su identidad, sobre todo para preservar a su esposo (un conocido empresario local), la testigo reconoció que “veía por la tele que cada tanto lo escrachaban, pero no imaginé que los casos eran tan graves y menos que la gente se iba a morir. Ahí como que recién caí. Varios caímos, me parece”.
Según indicó, Lotocki ofrecía un amplio paquete de servicios estéticos, cirugías incluidas, a pesar de sus antecedentes negativos y causas penales.
“A mí no me operó, no me animé. Pero tengo amigas a quienes sí. Algunas acá y otras en Buenos Aires. Y no era barato, para nada”, subrayó.
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Daniel Villamea, periodista, hincha de River (no fanático), Maradoniano, adicto a Charly García, Borgiano y papá de Manuel y Santiago, mis socios en este proyecto independiente surgido de la pasión por contar historias y, si se puede, ayudar a otros.