Sumados los dos hechos que se le imputan, Emilio Fabián Fernández acumula 28 años tras las rejas. Es considerado el preso inimputable más temible de Misiones. Por matar a su mujer sólo estuvo detenido nueve años. Luego violó y asesinó a un nene de 3 años, hecho que confesó
En la Unidad de Salud para Inimputables (USI) de Posadas, dependiente del Servicio Penitenciario Provincial (SPP), se hallan alojadas 78 personas acusadas por diferentes delitos. En ese ámbito sobresale la figura de Emilio Fabián Fernández (60), alías “Tasmania”, cuyos crímenes lo posicionan como el más temible de los inimputables recluidos en Misiones.
Está preso desde el 4 de agosto de 2004, cuando violó y asesinó a un nene de apenas 3 años, su vecinito en el barrio Las Vertientes de Posadas. Fue detenido casi de inmediato, luego que los habitantes del lugar casi lo lincharan. Después quemaron su rancho.
Ante el entonces juez de Instrucción Dos, José Luis Rey, el acusado confesó cómo abusó y estranguló al pequeño.
Reconoció que aquella tarde levantó a Rafael Lorenzo “Aito” Saravia en un carrito que tiraba con su bicicleta y lo llevó a su vivienda. Tras someterlo sexualmente le apretó el cuello hasta matarlo.
Relató todo con pasmosa tranquilidad, como si lo que hizo hubiera sido lo más normal del mundo. “Parecía que estaba leyendo una revista y no contando las formas en que había matado a un chico”, citó una crónica de aquel momento.
Tras su detención, se confirmó que en 1992 el mismo implicado asesinó a su pareja, Maura Centurión, con quien vivía en la chacra 111. La mujer también fue estrangulada.
Pero por ese primer hecho apenas estuvo preso nueve años, ya que en el proceso fue declarado inimputable por ciertos trastornos mentales. Así, en el 2001 fue liberado porque el psiquiatra del SPP indicó que “no era peligroso para sí mismo ni para terceros”, como se dejó asentado en la correspondiente causa.
Testigos del horror
Tasmania Fernández estuvo alojado en el Hospital Psiquiátrico Ramón Carrillo y en el pabellón para inimputables del Penal de Loreto. En 1998 sus familiares comenzaron los trámites para su excarcelación.
Fue liberado en diciembre de 2001, con aval de un psiquiatra del SPP. Amparados en dicha opinión profesional, los integrantes del Tribunal Penal 2 le otorgaron la excarcelación bajo la tutela de su hermano Leonardo, quien se comprometió a impedir que bebiera alcohol y a conseguirle un trabajo estable.
Pero los controles del Patronato de Liberados fallaron y nada de lo pactado se cumplió. Fernández se instaló en el barrio Las Vertientes, donde el 4 de agosto de 2004 violó y asesinó al pequeño Aito.
Según se reconstruyó en base al relato de testigos y a los dichos del propio implicado, cerca de las 18 de ese fatídico día circulaba en su bicicleta con carrito y se acercó a un grupo de chicos que estaban jugando, circunstancia en que logró que Aito lo acompañara a dar un paseo. De ahí lo llevó hasta su casa, lo sometió y asesinó.
Para entonces ya estaban buscando al nene y sus amiguitos contaron que se había ido con un hombre con una bici con un carrito, por lo que algunos enfilaron hacia el domicilio de Fernández.
Dos muchachos que llegaron al lugar golpearon la puerta y le preguntaron por la criatura, ante lo cual argumentó que lo dejó en el barrio A 3-2.
Los vecinos no le creyeron y comenzaron impacientarse. En un momento uno de ellos observó por una ventana y vio al cuerpo de Aito tendido en la cama.
Corrió la voz en el barrio, alguien llamó a la Policía y a los pocos minutos se procedió a la detención del acusado, quien ni siquiera atinó a escapar porque había vecinos rodeando su vivienda.
Dijo que estaba borracho
Oportunamente, el juez Rey señaló que “el día del hecho, con el oscuro designio de aprovecharse de esta circunstancia, levantó a la víctima (…) a quien acomodó en el carrito y lo tapó con las chapas, dio una vuelta para no ser visto y luego se dirigió a su vivienda en forma rápida, encerrándose con llave con el menor”.
El magistrado también expuso que durante la indagatoria el acusado sabía perfectamente qué era violar a una persona.
Según el procesamiento, entendía que estaba cometiendo algo muy malo y reprochable con el niño, porque cuando dos jóvenes fueron a su casa a buscar al pequeño, el imputado intentó ocultar el hecho diciéndoles que lo había dejado en el barrio A 3-2.
Los muchachos declararon que no creyeron los dichos del acusado y que pretendieron entrar. En ese momento, Fernández amenazó con golpearlos con un hierro si ingresaban a su vivienda. Por eso, esperaron a que llegara la Policía.
En la precaria vivienda del asesino encontraron recortes de diarios con noticias de menores asesinados en Buenos Aires y Santa Fe. Además, tenía gran cantidad de revistas pornográficas.
Si bien reconoció la autoría del hecho, en un tramo intentó justificar su accionar al señalar que el día en que violó y mató al chico había tomado vino y caña, por lo que estaba borracho.
La autopsia determinó que al acceder carnalmente a la víctima, el homicida “apretaba el cuello con una mano, empujándolo hacia abajo, comprimiendo su rostro contra el colchón de la cama”.
Sumados los dos hechos que se le imputan, Fernández lleva 28 años tras las rejas y parece poco probable que alguna vez vuelva a salir y a caminar por la calle como un hombre libre.
Estremecedoras similitudes entre Tasmania y Penteado
El derrotero criminal de “Tasmania” Fernández tiene gran similitud con los hechos imputados a Domingo Jesús Penteado (67). Ambos cometieron un primer homicidio, la justicia los declaró inimputables, recuperaron la libertad y volvieron a matar.
La primera vez asesinaron a mujeres: Fernández a quien era su pareja y Penteado a su propia madre. Ya en libertad, volvieron a reincidir y sus acciones, otra vez, coincidieron por lo siniestras: abusaron y mataron a menores.
La diferencia entre uno y otro, es que luego de perpetrar sus segundos asesinatos, la justicia determinó que Fernández es inimputable y que Penteado comprende la criminalidad de sus actos.
Este último se halla preso desde el 26 de octubre de 1995 por el homicidio de Norma Esther Sequeira, de apenas 16 años, perpetrado en San Vicente.
Fue sentenciado a prisión perpetua por el antiguo régimen de 25 años, por lo que en 2010 estaba en condiciones de acceder a salidas transitorias y en 2015 a la libertad condicional, aunque la justicia nunca autorizó que salga.
Hachazo a la madre
Tampoco se puede soslayar un hecho que sin dudas gravita en la decisión del Tribunal a cargo: en octubre de 1984 Penteado mató a su madre, Vergelina Medina (60). El hecho se registró en el paraje Machadiño, Arroyo del Medio, a unos diez kilómetros de Cerro Azul.
En marzo de 1985 confesó y argumentó que su progenitora no quería vender la chacra y por eso la asesinó de un hachazo y desechó el cuerpo en un pozo. Luego una junta médica lo declaró inimputable, por lo que fue alojado en la cárcel de Loreto.
En noviembre de 1992 el juez Correccional y de Menores N° 1 de Posadas, José Domingo Rotela, lo entregó en guarda de Pedro Galeano, quien a su vez había cumplido una condena de doce años por homicidio. Días después Galeano avisó que Penteado salió y no regresó al domicilio.
Luego, el juez Rotela explicó que la excarcelación se basó en “su buena conducta en el penal y en un informe psiquiátrico favorable”, aunque reconoció que “fue una experiencia negativa”.
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Daniel Villamea, periodista, hincha de River (no fanático), Maradoniano, adicto a Charly García, Borgiano y papá de Manuel y Santiago, mis socios en este proyecto independiente surgido de la pasión por contar historias y, si se puede, ayudar a otros.