“Los inspectores me persiguen y ya me remolcaron tres veces el coche porque dicen que trabajo como remisero, cosa que no es cierto”, expresó Jorge Cortínez. Anticipó que recurrirá a la justicia
Jorge Cortínez (71) se quiebra y sus ojos se llenan de lágrimas ante lo que considera una injusticia, pero al mismo tiempo afirma que no resignará un centímetro sus derechos.
Durante muchos años fue remisero, aunque por una cuestión de edad -ya está jubilado- hace un par de meses que decidió dejar de trabajar con el auto. Lo que nunca imaginó, fue lo que vendría después.
“Los inspectores me persiguen y ya me remolcaron tres veces el coche porque dicen que trabajo como remisero, cosa que no es cierto. No quieren entender que no trabajo más como remisero, y parece que tampoco le puedo llevar a mi hija o a un amigo porque me multan. Estamos todos locos”, reflexionó.
En tal sentido, contó que tiene dos nietos que padecen autismo y constantemente requieren de su asistencia, lo que se convirtió en un contratiempo impensado.
En diálogo con este medio, comentó que “el otro día le llevaba a un amigo, me paró una inspectora y me dijo que no estaba llevando a un familiar. Le dije que no se burle de mi capacidad intelectual porque el auto es una propiedad privada y puedo llevar a quien yo quiera. Pero acá parece que por dejar de ser remisero tendría que guardar el auto en la cochera”.
Visiblemente frustrado por la situación, anticipó la intención de radicar una denuncia ante la fiscalía en turno, ya que se siente perseguido y perjudicado.
“Capaz no les gusta que yo les discuta. No soportan que uno se sepa defender y les diga la verdad. Sí tengo todo en orden, cuál es el problema de usar mi auto”, se preguntó.
En tanto, especuló que “capaz quieren que me vaya la ciudad, porque siento la xenofobia que tienen hacia mi persona y el hecho que por ahí no les caigo bien”.
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Daniel Villamea, periodista, hincha de River (no fanático), Maradoniano, adicto a Charly García, Borgiano y papá de Manuel y Santiago, mis socios en este proyecto independiente surgido de la pasión por contar historias y, si se puede, ayudar a otros.