El concubino de la dueña del Hogar el Manantial de Guaraní está acusado de violar a una paciente psiquiátrica. El implicado confesó y pidió ayuda para escapar, según declaró su propia concubina. Luego propuso casarse con la víctima “para dejar todo así”
El acusado confesó su culpabilidad ante su pareja y luego le rogó que lo ayude a escaparse, según declaró la mujer ante la justicia. Después, propuso casarse con la víctima “para dejar todo así”, como si con ello pudiera borrar el daño que le ocasionó a una paciente psiquiátrica a la cual violó en reiteradas ocasiones.
Los detalles del caso son aberrantes. Las 60 páginas del expediente son un verdadero descenso a lo más bajo de la condición humana y detallan el accionar de Abel N. (41), imputado por abuso sexual con acceso carnal en perjuicio de una mujer de 46 años que residía en el Hogar el Manantial, de la localidad de Guaraní.
El hombre era el concubino de la propietaria de la institución a cargo de resguardar a ancianos, pacientes psiquiátricos y personas con discapacidad. Así, aprovechándose de su acceso irrestricto al lugar y la vulnerabilidad de los internos, sometió a la víctima durante al menos cinco meses.
Era tanta la impunidad que ostentaba el acusado, que en varias ocasiones abusó de la mujer en frente a otros pacientes, como dos octogenarias que dormían en la misma habitación y declararon haber sido testigos directos del sometimiento.
Más allá de su cuadro de esquizofrenia, la denunciante recibía su medicación y era consciente de lo que sucedía. Contó que el implicado la sometía, amenazaba y hasta le retaceaba comida como castigo por resistirse.
Incluso, declaró que en ocasiones la forzaba a consumir una pastilla que la dejaba sin fuerza, lo que la ponía en un estado de absoluta indefensión.
Hogar del terror
El caso salió a la luz por la denuncia de una docente de 48 años que reside en Oberá, hermana de la víctima. La denuncia fue radicada el pasado 23 de mayo y el expediente se tramita ante el Juzgado de Instrucción Uno de Oberá, a cargo de Pedro Piriz.
La docente precisó que el 21 de mayo por la noche la propietaria del hogar -Claudia G.- la citó urgente y una vez en el lugar le contó que la paciente le manifestó que su pareja abusó sexualmente de ella. Los hechos se sucedían desde hacía cinco meses y estaba amenazada.
La sugerencia de la dueña fue que la familia pida turno con un ginecólogo para confirmar o descartar tan grave acusación. Al otro día acudieron a un médico conocido, quien los derivó a una médica forense.
Consiguieron turno para el 23 de mayo por la tarde; pero ese mediodía Claudia G. se volvió a comunicar con la hermana y le manifestó que su pareja reconoció los hechos y confesó todo. Inmediatamente fue a buscar a su hermana y radicaron la denuncia.
Precisó que la víctima estuvo ocho años alojada en el Hogar el Manantial y pagaban 240 mil pesos por mes.
En la denuncia, también relató que cuando buscó a su hermana del hogar, el acusado le dijo: “Yo no tengo problemas en casarme con P. si dejamos todo así nomás”, dando a entender que aceptaba la acusación hacia su persona.
El estremecedor relato de la víctima
Este medio accedió a la declaración de la presunta víctima y el detalle es escalofriante, por lo que se preserva gran parte del contenido de la misma.
En principio, contó que los abusos habrían comenzado alrededor de cinco meses antes de la denuncia, es decir en enero de este año. Contó que todo comenzó una noche que hubo corte de energía eléctrica, ante lo cual la propietaria salió a reclamar porque había operarios de la cooperativa eléctrica trabajando en la zona. Abel N. se quedó solo al cuidado de los pacientes y aprovechó para someter a P.
“Otra señora y yo estábamos en el sector de los hombres porque había poco lugar en el hogar. Abel me llevó a la cama de un viejito y me dijo que le haga una p…, pero el viejito no funcionó. Ahí me obligó a hacerle sexo oral a él y después se fue como si nada”, indicó.
En otra ocasión la concubina del acusado estaba enferma y en cama, ante lo cual el agresor volvió a someter a la víctima: “Yo me estaba bañando, él entró y me masturbó, y me preguntó ‘te gusta’. Después empezó a penetrarme”.
Aseguró que en ocasiones el implicado utilizaba juguetes sexuales o un “desodorante”. Precisamente, este último elemento ocasionó lesiones a la mujer y por ello se decidió a contarle todo a la propietaria del hogar.
“Abel me decía que tenía una c… linda, que era un desperdicio que no la usaba”, y me repetía: “No cuentes a nadie porque sabés lo que te puede pasar”.
“Yo le pedía que no me tocara, pero no me hacía caso. Me castigaba dándome el pan más fino para el desayuno”. Ante una pregunta, aclaró: “Nunca me sedujo, siempre actuó con fuerza física y amenazas”.
En tanto, en la ampliación de denuncia del 11 de julio aportó que “siempre me amenazaba con el puño, en forma de darme una piña”.
“También me daba una pastilla amarilla que me mareaba y me hacía sentir sin fuerzas”, agregó.
Confesó y quiso escapar
En su declaración, Claudia G. precisó que desde hace once años es propietaria del hogar, el cual primero tuvo sede en Oberá y hace cinco años se trasladó a la localidad de Guaraní, donde continúa prestando servicio.
Al momento de la denuncia el hogar tenía nueve pacientes, incluida la denunciante. En tanto, indicó que estuvo una década en pareja con Abel N. y tienen un hijo de 9 años.
“P. me contó que Abel abusó de ella y empecé a indagar. Ella mencionó que a veces él la violaba con un consolador que yo había comprado y especificó las características, por lo que me di cuenta que decía la verdad. Por eso me comuniqué urgente con las hermanas para que la lleven a hacerse los estudios correspondientes”, explicó.
Agregó que casi no tenía relaciones con su pareja porque “a él no le funcionaba”. De todas formas, le sorprendió la acusación porque no era una persona violenta.
En otro tramo aportó un dato que significó un mazazo para el implicado: “Hablé con él y confesó. Reconoció que abusó y me pidió que lo ayude a escapar, pero no voy a ser cómplice de algo así”.
El mismo día de la denuncia el juzgado interviniente ordenó la detención del sindicado, quien no opuso resistencia y quedó alojado en la Seccional Tercera de Oberá. Hasta el momento se abstuvo de declarar.
Testigos directos
En el expediente del caso también se cita el testimonio de dos mujeres de 88 y 83, quienes residen en el Hogar el Manantial y fueron testigos directos de los abusos.
La primera declaró que en una oportunidad vio al acusado “teniendo relaciones” con la víctima, y agregó: “Después me pegó en la cara para que no cuente. Estoy muy viejita, pero puedo ver y recordar las cosas”.
En tanto, la abuela de 83 años aportó que compartía habitación con la víctima, por lo que veía que “Abel entraba a la pieza y le jodía a P. para tener relaciones, y cuando escuchaba ruidos él salía corriendo de la pieza. P. le decía ‘dejame de joder, quiero dormir’. Así pasaba cada noche. Las últimas veces yo me hacía la dormida. Un día ella me contó que él la forzaba”.
“No conté lo que pasaba por miedo que me echen, y no tengo dónde ir. El día que le llevaron preso, él entró a la habitación y le pidió perdón”, agregó la octogenaria.
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Daniel Villamea, periodista, hincha de River (no fanático), Maradoniano, adicto a Charly García, Borgiano y papá de Manuel y Santiago, mis socios en este proyecto independiente surgido de la pasión por contar historias y, si se puede, ayudar a otros.