Un fallo inédito en la justicia obereña por la valoración del daño y monto de la reparación. El demandado es un empresario, propietario de varias chacras en la zona. La sentencia fue impuesta por el Juzgado Civil y Comercial 2 de Oberá
Años de maltrato y abuso, con graves consecuencias para la salud, fueron compensados con un fallo inédito en el ámbito de la justicia obereña por la valoración del daño y el monto de la sentencia impuesta.
El último miércoles, la jueza en lo Civil y Comercial 2 de Oberá Mónica Viviana Drganc Fernández falló a favor de una mujer que entabló una demanda por “daños y perjuicios, daño económico y patrimonial, daño psicológico, daño moral y al proyecto de vida por violencia de género”.
Se trata de la sentencia definitiva en el expediente 69433/2021 por la denuncia de Guillermina A. (40) contra Antonio Ángel L. – empresario maderero, industrial y de transporte, propietario de varias chacras en la zona Centro-, quien deberá abonar más de 70.000.000 millones de pesos a la víctima.
Según el fallo, en concepto de daño material y moral el demandado tendrá que depositar 19.092.328,95 de pesos, más el interés de tasa activa del Banco Nación desde el hecho y hasta su efectivo pago.
En consecuencia, como la denuncia se radicó en 2021, la actualización del monto impuesto asciende a 70.574.922,52 de pesos, según precisó una fuente del caso.
En la denuncia la víctima relató hechos de abuso sexual, hostigamiento y amenazas de muerte. También acusó al empresario de haberla contagiado una enfermedad que luego habría derivado en el deceso de su pequeña de 5 años, un episodio que la devastó y estuvo a punto de tomar una decisión extrema.
Por su parte, en el proceso el implicado desestimó las acusaciones, aunque la justicia valoró pruebas y pericias para dictar sentencia a favor de la denunciante.
Contagio, enfermedad y muerte
Guillermina A. nació y creció en una zona entre las localidades de Florentino Ameghino y Panambí, tuvo cinco hermanos y luego de terminar la primaria comenzó a colaborar con las tareas de la chacra.
A los a los 21 años quedó embarazada y dio a luz una nena, y siendo madre soltera continuó viviendo con sus padres. La bebita se convirtió en la alegría del hogar.
Por esa época, según la demanda, Antonio Ángel L. apareció en la vida de Guillermina, primero como un vecino más, aunque luego inició una relación sentimental con la chica.
Lo que no sabía ella era que él ya estaba casado y tenía hijos. En principio era amable, pero todo cambió cuando se enfermó la pequeña hija de Guillermina, quien a los 4 años fue derivada al Hospital Materno Infantil de Posadas y le diagnosticaron con VIH.
Inmediatamente le realizaron los análisis a la madre y también dio positivo.
Guillermina aseguró luego del nacimiento de su hija sólo mantuvo relaciones sexuales con Antonio L., quien se sometió al test y dio positivo.
“Según los médicos, la niña se habría contagiado a través de la leche materna, ya que la madre seguía amamantando a su hija hasta ese entonces; por lo que sostiene que es ahí donde se configura el primer daño moral, y a la salud de dos víctimas, una niña de 4 años y una mujer joven de 25 años de edad que tuvo que ver a su hijita padecer sufrimientos inimaginables e incontables hasta que falleció ocho meses después, en abril de 2009, a la edad de 5 años”, se cita en el reciente fallo.
Abuso y amenazas
El deceso de su hija, sumado a su propia enfermedad, fue un mazazo para la mujer.
Asimismo, Antonio L. comenzó un asedio insoportable, la vigilada y le prohibía el contacto con familia y amigos.
“Vos sos mía y acá yo te digo lo que tenés que hacer”, la amedrentaba, según la denuncia. Incluso, la amenazaba con matarla si alguien se enteraba de la enfermedad que tiene.
“Guillermina termina recluida en un estado de soledad, desesperanza y miedo, mientras que el demandado continúa menoscabando continuamente su autoestima, con su conducta y dichos como: ‘vos estas arruinada, no vales nada y yo soy tu macho’. Afirma que el maltrato y la violencia psicológica descripta se extendió durante once años, de los cuales, los dos últimos fueron los peores, ya que los actos de violencia y acoso empeoraron luego de la muerte de don Albino A., padre de Guillermina”, concluyó la justicia.
Luego de la muerte de su padre, la mujer continuó viviendo en la chacra junto a su madre, la cual también era hostigada por el empresario.
Fue así que, estando las mujeres solas, Antonio L. “inició una serie de coacciones en contra de ambas, acosándola sexualmente a la más joven con descaro y a cualquier hora del día y la noche, entrando a su propiedad de manera sorpresiva y forzándole a mantener relaciones sexuales. El acoso sexual era constante y le enviaba imágenes de sus genitales a través del celular”, menciona la sentencia.
Necesaria reparación
A eso se sumó que el padre de Guillermina le había vendido parte de las tierras de la familia a Antonio L., quien instaló a un cuidador para que vigile a madre e hija.
“La mujer y su mamá no tenían la libertad de ir tranquilas a la letrina que está ubicada a unos metros de la casa, porque Antonio L. a todas horas entraba a la propiedad como si fuera el patio de su casa y abría la puerta del precario baño (…) el demandado entraba sin pedir permiso con su camioneta por el patio a los gritos y cuando era interpelado por algún familiar o vecino pidiéndole compostura, respondía con más gritos, insultos y expresiones y gestos ofensivos de contenido sexual, sobre todo dirigido a las mujeres”, se lee en el expediente.
Incluso, se menciona que “la actitud amenazante e injuriosa de Antonio L. llegó hasta el punto de presentarse en compañía del personal policial de la comisaria de Panambí y sin orden judicial ingresaron a la propiedad de la familia”.
Ante tantos atropellos, en un momento Guillermina tomó coraje y buscó ayuda de sus familiares.
Se corroboró que la mujer presentaba síntomas de depresión y que “manifestó en varias oportunidades que la única solución a sus padecimientos sería acabar con su vida. Dice sentirse muy avergonzada por su condición de salud y no desea salir de su casa ni tener amigos, nunca más se permitió rehacer su vida con otra pareja”.
A pesar de tanto dolor, ahora la justicia emitió un fallo para compensar los pesares vividos. La damnificada contó con la representación de Sylvia Pereyra Pigerl y María Vannela Vignolles, y el patrocinio letrado de Rafael Pereyra Pigerl.
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Daniel Villamea, periodista, hincha de River (no fanático), Maradoniano, adicto a Charly García, Borgiano y papá de Manuel y Santiago, mis socios en este proyecto independiente surgido de la pasión por contar historias y, si se puede, ayudar a otros.