En la madrugada del 3 de noviembre clausuraron una fiesta con más de 150 menores y alcohol. La norma también prohíbe el consumo en la vía pública, lo que no se controla. Tiempo atrás, siempre atento a cuestiones sociales, el obispo Damián Bitar se preguntó: “¿Quién controla y aplica la ordenanza?”
La clausura de una fiesta clandestina de Halloween, donde la Policía constató la presencia de más de 150 menores de edad y consumo de alcohol, reavivó la necesidad de extremar los controles que fija el Código de Nocturnidad de Oberá, aprobado por la ordenanza 2046 del 2011.
El evento se realizó entre la noche del 2 y la madrugada del 3 de noviembre pasado en un domicilio de calle Paraguay, propiedad de Rodrigo J. (52), conocido empresario obereño y ex candidato a intendente.
Fueron los propios vecinos quienes alertaron a la Policía por ruidos molestos. En tanto, lejos de reconocer su responsabilidad, el infractor apuntó las culpas a las autoridades y solicitó la intervención de la justicia penal para investigar supuestos delitos en su contra.
De todas formas, el Juzgado de Faltas de Oberá confirmó la validez del operativo, al punto que el organizador deberá afrontar una multa de hasta 665 mil pesos, según lo estipulado por la norma vigente.
“La Policía y los agentes municipales son la autoridad de aplicación del Código de Nocturnidad, y el procedimiento en cuestión resultó 100% legal. Además, había menores en un número que excede cualquier fiesta familiar, cumpleaños, aniversario o evento en un domicilio, ya que eran más de 150 chicos”, mencionó una fuente judicial.
Asimismo, indicó que “el hecho de promocionar la fiesta con redes, vender entradas, entregar una pulserita a los participantes y contratar a dos personas para que custodien la puerta, corrobora que se trató de un evento de magnitud, no de una fiesta particular como cuando se reúne un grupo de amigos o familiares”.
Qué dice la ordenanza
Con relación a la multa, la misma contempla hasta 500 Unidades Fijas (UF), lo que se traduce en 500 litros de nafta premium.
Según lo establece el artículo 12 de la ordenanza vigente, no sólo está prohibida la venta de alcohol a menores, sino también el “expendio o entrega a cualquier título de bebidas alcohólicas cualquiera sea su graduación y/o presentación, a personas menores de 18 años de edad. En cualquier lugar y horario aún acompañado de persona/s mayores, aunque estos sean sus padres”.
En tanto, el artículo 38 indica que, al constarse la violación de la norma, la Policía y Municipalidad “podrán proceder a la adopción inmediata de las medidas cautelares y provisionales que se consideren oportunas para evitar que se continúen llevando a cabo”, es decir la suspensión del evento.
En el caso que se cita, no sólo hubo denuncia por ruidos molestos, sino que, al arribar al domicilio en cuestión, la autoridad se constató la presencia de menores y consumo de bebidas alcohólicas.
Control a medias
Respecto a los alcances del Código de Nocturnidad de Oberá, se estipula la prohibición total para consumir bebidas alcohólicas en la calle y espacios públicos, al tiempo que faculta a las autoridades a decomisar bebidas en la vía pública.
Hasta aquí lo que dice la legislación vigente, pero en la práctica el incumplimiento de la norma es evidente y se constata, por ejemplo, con el consumo de alcohol en las plazoletas de centro.
En tal sentido, en la ordenanza se cita que las personas que estén bebiendo alcohol en la calle y se nieguen a dejar de hacerlo, podrán ser detenidas por la Policía hasta un máximo de seis horas.
En tanto, contempla que los locales bailables deben cerrar sus puertas a las 6, mientras que los pubs lo hacen a las 7. Con relación a los menores, de 13 a 17 años, sólo pueden asistir a matinés hasta las 23.30 y sin alcohol.
Al respecto, un empresario del sector cuestionó que la falta de cumplimiento de la norma respecto al consumo de alcohol en la vía pública, lo que constituye una clara competencia desleal hacia su rubro.
“Quienes tenemos locales bailables estamos en gran desventaja con el dueño de un kiosco, por ejemplo, que vende cerveza para que tomen en la vereda o la plaza, lo que está prohibido, pero total nadie controla. No sé por qué no controlan, si les falta personal o la política es mirar para otro lado”, opinó.
Tiempo atrás, siempre atento a cuestiones sociales, a través de una carta a los concejales, el obispo de Oberá Damián Bitar alertó sobre el consumo de alcohol y preguntó: “¿Quién controla y aplica la ordenanza?”.
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Daniel Villamea, periodista, hincha de River (no fanático), Maradoniano, adicto a Charly García, Borgiano y papá de Manuel y Santiago, mis socios en este proyecto independiente surgido de la pasión por contar historias y, si se puede, ayudar a otros.