Tras la difusión de una denuncia por abuso sexual en perjuicio de una nena 11 años con retraso madurativo en Los Helechos, quien habría sido víctima de un menor de 16, innumerables personas expresaron su bronca ante la impunidad del presunto violador.
Sabido es que la ley argentina considera como “niño” a quien no cumplió 18 años, y como tal necesita un tratamiento diferenciado respecto al sistema penal de los adultos, por lo que no son encarcelados.
Al mismo tiempo, antes de esa edad pueden votar o sacar licencia de conducir. Además, la ley es anterior al avance desmesurado de las drogas en los últimos años, entre otras cuestiones que modificaron la conducta de los menores.
Aquí algunas opiniones a partir del caso de Los Helechos:
“Tal cual, para robar matar o pegar a alguien ahí no son menores de edad. La verdad es injusto porque viene un menor y te puede pegar así como si nada, y si le pegás, te defendés vas preso para completar. Pasa en todo, entran a tu casa a robarte tampoco podés defenderte y menos si es menor. Una bronca e impotencia da”.
“Bajen la imputabilidad. Hagan como en otros países que no miden la edad, cometen un delito aberrante como este y van presos como adultos. Las leyes tendrían que caberles a todos por igual, no importa quien sea, desde un ciudadano común hasta el político con más jerarquía que tenga. Leyes por igual para todos”.
“No entiendo cómo no puede ser detenido con 16 años, pero si con 16 años puede arruinar la vida de una niña. Nuestra querida Justicia”.
“Es lo que siempre digo: si con esa edad ya pueden ayudar a elegir el futuro del país, ya pueden pagar por sus actos. Aparte, con 16 años ya saben muy bien lo que hacen. Así de simple, bajen la mayoría de edad para 16 y ya está”.
“Los delitos sexuales no deberían contemplar inimputabilidad. Hablamos de perversos que gozan con el sufrimiento ajeno. No hay edad para eso”.
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Daniel Villamea, periodista, hincha de River (no fanático), Maradoniano, adicto a Charly García, Borgiano y papá de Manuel y Santiago, mis socios en este proyecto independiente surgido de la pasión por contar historias y, si se puede, ayudar a otros.