Una madre desesperada que ya golpeó varias puertas en busca de ayuda para su hijo de 16 años convertido en un adicto a la cocaína. Un chico tan joven, como tantos, sumido en el infierno de la adicción.
E. A. crio de la misma manera a sus cuatro hijos, pero sólo el menor cayó en las garras de la droga. Incluso, hace varios días que no vuelve a su casa.
Al respecto, la progenitora mencionó que el chico habría comenzado a consumir junto a su novia de 17 años, con quien se estaría quedando en una casa cercana a la capilla de Fátima.
“Es la casa de unos tranzas”, alertó, al tiempo que mencionó que ya brindó ese dato a la Policía.
Reconoció que antes de irse, su hijo y la novia le robaron varias cosas de su casa. Por ello, rogó: “Necesito que me ayuden con mi hijo, porque está perdido en la cocaína. Seguro va empezar a robar para pagar el vicio”.
En diálogo con este medio, detalló que “hace un tiempo comencé a notar que tenía actitudes raras, lo empecé a vigilar y en su pieza encontré papelitos muy raros y también una pipa. Hace un mes, con otro hijo mayor, lo confrontamos y reconoció que estaba consumiendo”.
“Soy personal de salud, entonces empecé a buscar ayuda entre mis conocidos y me contacté con una profesional con la cual trabajé y que tiene un cargo en la Municipalidad. Creí que por ahí podría tener una ayuda de ella, pero ni siquiera me respondió”, relató E. A.
No bajó los brazos y logró que su hijo asista a un psicólogo particular, pero sólo acudió a tres sesiones.
En paralelo, radicó una denuncia en la Seccional Primera. “Me hicieron hablar con personal de Drogas Peligrosas y les di toda la información que tenía, hasta nombres de personas que distribuyen drogas. Pero la sinceramente, hoy no me siento respaldada ni por la policía ni por la gente de la Municipalidad que dice que cuida a nuestros niños”, aseguró.
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Daniel Villamea, periodista, hincha de River (no fanático), Maradoniano, adicto a Charly García, Borgiano y papá de Manuel y Santiago, mis socios en este proyecto independiente surgido de la pasión por contar historias y, si se puede, ayudar a otros.