Lejos del descontrol de antaño, donde las quemas y el mal olor eran cotidianos, hoy en el basural del barrio Copisa no se hace fuego ni hay humo y el ambiente está controlado. Los materiales están ordenados por sectores, se disponen y venden a diferentes compradores. Unas 80 familias se ganan el pan reciclando en el lugar
Algunos llegan cuando apenas despunta el nuevo día, la mayoría de las madres después de dejar a sus chicos en la escuela, todos con la necesidad a cuestas, todos con la ilusión de que su familia tenga un plato de comida.
La crisis económica pega duro y borra puestos laborales, pero hay que seguir y todo trabajo es digno. En ese contexto, actualmente son alrededor de 80 personas (lo que se traduce en 80 familias) las que día a día recurren al basural de Copisa, en Oberá, para ganarse el sustento.
Son recicladores: juntan cartones, plásticos, botellas, madera, gomas y todo lo que se puede recuperar para vender.
También, muy agradecidos, reciben frutas, verduras, lácteos o panificados que acercan reconocidas empresas de Oberá. En ocasiones mercadería sobre la fecha de vencimiento, pero que es bienvenida por los trabajadores.
“Para nosotros es una alegría cada vez que un supermercado nos trae comestibles. Para muchos la única posibilidad de tomar un yogur, por ejemplo”, graficaron.
Lejos de la desolación de años atrás, donde las quemas y el mal olor eran cotidianos, actualmente no hay fuego ni humo y el ambiente está mucho más controlado. Los materiales están ordenados por sectores, se disponen y venden a diferentes compradores.
Una tarea que además implicar un ingreso económico para los involucrados, se vuelve imprescindible por la importancia del reciclado en el cuidado del medio ambiente.

Realidad más allá del escrache
Los trabajadores se organizaron y cuentan con permiso de luz y agua, y tramitan la conformación de una cooperativa de recicladores. Incluso, avanza la construcción de un depósito a cargo del municipio.
“Para conseguir todas estas cosas, nos comprometimos con el intendente en no hacer quemas, ser prolijos y trabajar en armonía, lo que estamos cumpliendo”, subrayaron.
Por ello causó mucho perjuicio el reciente escrache virtual de una vecina del barrio Copisa, la cual distorsionó la situación. Según los recicladores, el responsable de las quemas es un chatarrero ubicado a pocas cuadras del lugar.
“Nos acusan de hacer fuego y perjudicar a los vecinos, pero no es verdad. Este es un medio de trabajo para muchas familias, para muchas mamás que necesitamos el pan de cada día. Nos perjudicaron en el escrache porque mucha gente dejó de venir por temor a denuncias”, lamentaron.

En tal sentido, se preguntaron: “¿Qué vamos a hacer si cierran el basural? Porque nadie nos va dar de comer. Pedimos a la gente que traía cosas que se acerquen y vean cómo nos organizamos para trabajar y no molestar a nadie. Hay gente que vino una vez, nos conoció y ahora hasta nos traen ropa”.
“Hace tres años que nos estamos organizando, ya tenemos papeles para hacer una cooperativa, ya tenemos permisos de luz y agua. Algo que se logró trabajando en conjunto. El municipio nos está ayudando con un lugar de acopio y nos prometieron baños, bajar el agua y la luz. Lo único que necesitamos que el intendente se acerque y vea que hicimos lo que nos pidió: no se hicieron más quemas, se controló el lugar y estamos mejor que antes”, subrayaron.
.
.

Daniel Villamea, periodista, hincha de River (no fanático), Maradoniano, adicto a Charly García, Borgiano y papá de Manuel y Santiago, mis socios en este proyecto independiente surgido de la pasión por contar historias y, si se puede, ayudar a otros.