Las pericias confirmaron que el colectivo Sol del Norte fue impactado de frente por un Focus cuyo conductor estaba alcoholizado y se cruzó de carril. La tragedia se cobró nueve vidas. Testimonios de sobrevivientes de una de las mayores tragedias viales de Misiones
Algunos dormían, otros iban charlando o mirando el celular, todos tenían sueños y proyectos. De repente sobrevino la oscuridad, la desesperación en medio de los hierros retorcidos, los pedidos de auxilio, los gritos de dolor, el agua que avanzaba por cualquier resquicio.
Apenas media hora antes -domingo 26 de octubre de 2025 a las 4 de la mañana-, el colectivo Sol del Norte partió de la Terminal de ómnibus de Oberá con el pasaje completo hacia Puerto Iguazú, previo paso por localidades de la ruta Nacional 14, la Provincial 11 -que une 2 de Mayo con El Alcázar- y la Nacional 12 hasta su destino final, en la ciudad de las Cataratas. Ese era el plan.
Pero el micro conducido por Nicolás Tarnowski (30) apenas transitó 18 kilómetros y se topó con el desastre. Justo en bajada, curva y acceso al puente del arroyo Yazá, en Campo Viera, un Ford Focus al mando del obereño Rafael Gonzalo Ortiz Jordán (34) se cruzó de carril e impactó de frente contra el transporte de pasajeros.

Como relataría después, Tarnowski hizo lo humanamente posible y más para enderezar la marcha, pero el terrible choque dejó su sello de muerte: el colectivo embistió el guardarraíl del puente y cayó casi 20 metros al vacío.
La policía fue alertada y comenzó un amplio operativo que incluyó a varias dotaciones de bomberos y ambulancias. La madrugada se iluminó con el trajinar de las sirenas.
Con el correr de las horas se confirmaron nueve víctimas fatales, siete de ellos estudiantes de las facultades de Ingeniería y de Arte y Diseño de la Universidad Nacional de Misiones (Unam), con sede en Oberá.

Fallecidos y heridos
La mayoría de los pasajeros viajaban a sus respectivas localidades para votar, como los fallecidos.
En la tragedia del arroyo Yazá perdieron la vida Magalí Lilén Belén Amarilla (22), de Campo Ramón, y Katia Bupvilofsky (24), de Oberá, estudiantes de la Arte y Diseño; Ángelo Tadeo Alpuy (19), de Eldorado, Elián Natanael Álvez (25), de El Alcázar, Enzo León (19), de Eldorado, y Brian Hobos (19), de Wanda, alumnos de Ingeniería.
En tanto, Jonás Luis Dávalos (20), de Eldorado, estaba realizando el cursillo de ingreso para la misma carrera.
La octava pasajera fallecida fue Gabriela Paola García (26), de Oberá. También murió Ortiz Jordán, el conductor del Focus.

Otras 29 personas resultaron heridas de diversa consideración y fueron atendidos en los hospitales de Campo Viera y Oberá. Posteriormente, hubo derivados a Posadas.
Hasta hoy, son nueve los pacientes internados: cuatro en el Samic de Oberá y cinco en el Hospital Madariaga. De total, cinco permanecían en terapia intensiva.
“Lo vi venir de frente”
El hecho constituye una de las peores tragedias viales de la historia de Misiones y será una marca imborrable en la mente de los seres queridos de las víctimas fatales y de los sobrevivientes. Entre los últimos se encuentra Nicolás Tarnowski, el conductor del colectivo Sol del Norte, quien luego del hecho relató su experiencia.
El chofer contó que vio zigzaguear al Focus que se le venía encima y trató de esquivarlo, pero su maniobra resultó estéril: “Lo vi venir de frente y me paré en el freno, pero ya era tarde. Me pegó de lleno y me tiró al arroyo”.
“Caí abajo del puente y no sé cómo hice, pero logré salir del colectivo, trepé al puente y por el camino encontré un celular con la linterna prendida. Ahí llegué hasta la ruta y con el celular le hice señas a los autos que pasaban para que llamen a la policía y a los bomberos”, recordó.

Tal vez la adrenalina del momento y su juventud le dieron las fuerzas necesarias para poder salir de la cabina del micro, llegar a la orilla y después trepar la empinada cuesta hasta la ruta.
“No sé cómo hice. Pero salí por el agua, subí al puente y pedí auxilio. Hoy en día agradezco mucho al Barba que está allá arriba”, reconoció emocionado.
Tarnowski viajaba acompañado por el guarda Denis Fabián Oliveira (20), quien también padeció algunas lesiones, aunque el último jueves fue dado de alta.
Ariel Semczuk, propietario del colectivo siniestrado, expresó su desconsuelo por la tragedia y explicó que, según las pericias, la mayoría de las víctimas fatales padecieron la “compresión del techo contra los asientos” por el impacto del vuelco.
“Nicolás (Tarnowski) me contó que después del impacto del Focus terminó de frenar sobre el puente, pero al tener rota la dirección quedó mal posicionado y no pudo evitar la caída”, lamentó.
Audios que presagiaron el desastre
El test de alcoholemia del chofer del colectivo dio negativo, lo mismo que al guarda. Contrario a ello, el análisis post mortem mediante extracción de humor vítreo practicado sobre el cadáver de Ortiz Jordán arrojó que al momento del siniestro vial manejaba con 3.4 gramos de alcohol por litro de sangre.
Se trata de una cifra altísima, considerando que los conductores de autos particulares pueden manejar con hasta 0.5 de la citada medida.
En consecuencia, el test corroboró que conducía con casi 7 veces más alcohol en sangre que lo permitido por ley. Un médico consultado por este medio opinó que “conducía al borde de la inconciencia”.

Pero como si lo descripto fuera poco, trascendieron audios que el mismo Ortiz Jordán le envió a un amigo en los instantes previos al desastre. Se trata de una prueba estremecedora de su estado etílico y hasta de la premeditación del hecho.
“Haceme el aguante, por favor. Me acabo de separar, la mandé a la puta a mi mujer. Peleé con toda la familia. No sé dónde puta estoy. Estoy yendo como a 180 parejo en la ruta”, manifestó en un audio de WhatsApp.
Luego reconoció: “Voy a 180, 190… recién mordí la banquina y casi me pegué un palo”, y se río; pero en el siguiente audio parecía llorar: “Me quiero pegar un palo más o menos, no sé. Se va a la puta todo. Te juro que tengo unas ganas de morirme, boludo. Se fue a la puta todo, vieja”.
El material fue incorporado al expediente de la tragedia, como también el celular de Ortiz Jordán para pericias.
Trascendió que al momento del hecho regresaba de la localidad de San Vicente, donde se quedó su pareja.
Pericias contundentes
El perito Fernando Zacarías confirmó que “el Focus invadió el carril del colectivo”, certificando la responsabilidad de Ortiz Jordán en la tragedia del puente del arroyo Yazá.
El profesional trabajó en el lugar del hecho y certificó que “el punto de impacto entre ambos vehículos es muy claro. El auto venía en una recta, descendiendo una pendiente, ingresó al puente y continuó derecho, invadiendo el carril del colectivo”.
En cuanto al ómnibus, sostuvo que el vehículo se encontraba en buenas condiciones mecánicas y de seguridad.

“Era un vehículo nuevo, con cubiertas en buen estado. Tras el impacto, pierde el control y cae unos 20 metros al vacío. Ningún sistema de seguridad puede resistir un golpe de esa magnitud”, explicó.
En tanto, indicó que en la previa al impacto el conductor del automóvil no realizó ninguna acción evasiva: “No frenó ni derrapó, siguió derecho e impactó de lleno con el colectivo. El chofer del ómnibus, en cambio, intentó esquivar hacia la derecha, pero no logró evitar la colisión”.
De esta forma, el perito corroboró la versión de Nicolás Tarnowski, el conductor del Sol del Norte.
Zacarías mencionó que las deformaciones del Focus son extremas, lo que permite inferir una velocidad elevada.
“Hace muchos años analizo siniestros y las deformaciones que hemos visto en este auto son impresionantes. Aun con cinturón de seguridad, ante semejante impacto no hay manera de sobrevivir”, remarcó.
“Dios me puso ahí”
Entre los sobrevivientes de la tragedia, Yasmín Fernández (22) se expresó por redes y contó su experiencia en primera persona.
La oriunda de Eldorado mencionó que padeció heridas leves: “Gracias a Dios fui muy bendecida, estaba en un lugar donde no tuve tanto impacto”.
Mencionó que, tras la caída, el agua que ingresó al colectivo la empujó hacia afuera y constató que no estaba muy lastimada.
En primera instancia asistió a otra joven, pero enseguida “pasó un cuerpo y lo primero que se me vino a la cabeza es que no puede estar muerto. En ese momento estaba parada, ya tenía estabilidad y el agua no me llevaba, pero cuando lo vi me tiré y nos llevó costa abajo”.

“Me raspé mucho porque me fui con el chico con la corriente, no lo iba a soltar y no lo iba dejar ir”, rememoró.
A quien ayudó se llama Gustavo Báez, de 31 años, quien continúa internado en el Hospital Madariaga. “Le mando muchísima fuerza, sé que va a mejorar, va a estar bien”, subrayó Yasmín.
Visiblemente conmovida, recordó que a “todo el mundo gritando y pidiendo auxilio. Me dolió que solamente pude ayudar a dos personas y no poder ayudar a más”.
Yasmín acompañó a Gustavo en la ambulancia que lo trasladó hasta el Hospital de Oberá y estuvo con él hasta que llegó su familia.
“No tenía pensado viajar ese día, fue una cosa de último minuto, esa madrugada preparé mis cosas y me fui. Yo sé que tenía que estar ahí para ayudar a ese chico. Dios me puso ahí, me cuidó y me puso ahí para poder ayudarlo”, reflexionó emocionada.
Testigos directos
Otra sobreviviente fue Milagros Ferreira (21), quien declaró que vio cuando el Focus se cruzó frente al micro. “Ahí el colectivo dobló, se despistó y cayó. Yo me desmayé del susto y cuando me desperté ya estaba en el Hospital, no vi quién me rescató ni nada”, contó a los medios.
Lorena, esposa del sobreviviente Adrián Cáceres (46), contó que el hombre recuerda el siniestro con claridad.
“Él iba sentado arriba, en el segundo asiento, y pudo ver claramente cómo el auto chocó contra el colectivo. Y ahí cayó el colectivo al arroyo. Él estuvo como cuatro horas apretado ahí en el agua. Pasó un frío, quería salir y estaba atascado”, relató.

El milagro y el mensaje de Nahuel
“Con el corazón lleno de amor y el alma valiente, este niño se convirtió en un verdadero héroe, demostrando que el coraje no depende de la edad, sino de la fuerza del corazón”, destacaron en un posteo desde el Hospital de Oberá, al anunciar el alta médica de Nahuel Alejandro Aquino (12), quien sufrió la rotura del brazo derecho.
Profesionales médicos y enfermeras que lo atendieron le brindaron una emotiva despedida y se sacaron fotos con un marco que bien define al pequeño: “Tu alta médica es un milagro de amor y coraje”.
Antes, Nahuel grabó un video donde contó lo recuerda del siniestro vial, al tiempo que hizo un pedido muy sentido: “Quiero dejar un mensaje para la gente: que si toman alcohol no salgan a la ruta, porque lastiman a gente inocente que termina pagando por culpa de los que no piensan”.

Contó que al momento del choque estaba despierto: “Sentí el frenón que pegó el colectivo. En eso mi papá se despertó y me abrazó fuerte. En eso el colectivo empezó a descontrolar y dimos una vuelta. Me golpeé la cabeza y quedé inconsciente por varios minutos. Después me acuerdo que la mitad del colectivo estaba hundido en el arroyo y empecé a gritar por ayuda”.
“Mi papá apenas podía respirar. Cuando llegaron los bomberos les pedí que, si no nos pueden sacar, que por lo menos hagan un agujero para que mi papá pueda respirar y esté más tranquilo. Los bomberos hicieron el agujero y después cortaron el techo. Nos rescataron y, gracias a Dios, estamos con vida”, destacó el chiquito.
El recuerdo de Elián
Priscila Antúnez, viuda de Elián Álvez, brindó un testimonio conmovedor. Su esposo era estudiante de Ingeniería y viajó para votar. Hacía seis meses se habían casado.
“Realmente no caigo. Es muy doloroso, es muy feo todo lo que está pasando, y encima tenemos que continuar la vida como si nada pasó”, expresó la joven.
En busca de noticias de su marido, en las horas posteriores llegó al lugar del hecho y vio que “el colectivo quedó como si alguien aplastó una lata. Era muy feo. Hasta que encontramos noticias en la comisaría de Campo Viera y tuve que identificar el cuerpo, sus pertenencias, todo”.

“Era un chico tan paciente, tan tranquilo. No saben cómo era vivir en casa. Era tan lindo, había mucha paz. Tenía tantos detalles. La gente lo veía como alguien tímido, muy calladito, pero él era otra cosa. Yo decía que era una cebolla, porque tenía capas y capas que desbloquear y conectar”, recordó emocionada.
Con la fe como sostén, Priscila encuentra consuelo en la esperanza de un reencuentro.
“Confío en la bella promesa que Dios nos acerca, en volver a reencontrarnos”, expresó, al tiempo que reconoció: “Lo voy a extrañar tanto. Me quedo con eso, que fue mi esposo, fue muy atento y amaba a Dios, y que me invitó a amarlo también”.
“No fue una tragedia inevitable”
Tras el desastre, el cura párroco de Campo Viera, Néstor Fabián Szyszkowski, emitió un comunicado donde expresó que el siniestro “no fue una tragedia inevitable: fue una consecuencia evitable. Ese tramo de la ruta -oscuro, angosto y sin la debida señalización- es desde hace años un punto de extremo peligro”.
“Por eso, como comunidad, no pedimos: exigimos al Gobierno Nacional la urgente e inmediata iluminación, señalización y construcción de la tercera vía en la Ruta Nacional 14, especialmente en el sector comprendido entre Oberá y Campo Viera”, indicó.
En otro párrafo señaló: “No queremos más muertes en nuestras rutas. Cada vida perdida clama justicia, responsabilidad y acción concreta de quienes tienen en sus manos el deber de legislar, gestionar y cuidar el bien común”.

“Campo Viera se une en oración, pero también en acción. Porque la fe sin obras está muerta, y la vida de nuestros jóvenes vale más que cualquier promesa política. No pedimos, exigimos, porque ya lloramos demasiado sobre el asfalto duro y oscuro”, agregó.
La tragedia y los héroes anónimos
En medio de la desgracia que nos duele tanto, donde se perdieron tantas vidas jóvenes, estudiantes de hermoso futuro; en medio de la desolación y el vacío que nos dejó la tragedia del Yazá, vale destacar el compromiso, la entrega y el valor de tantos héroes anónimos que ayudaron y hasta salvaron vidas.
Nunca sabremos los nombres de todos los bomberos, policías, personal de salud y agentes de diversos organismos que estuvieron durante horas en el agua, que rescataron y trasladaron heridos, que tal vez arriesgaron sus propias vidas en la ruta para llegar lo más rápido posible a los hospitales.
Se podrá decir que están preparados para eso, que es su trabajo, que cobran un sueldo. Es cierto, pero el domingo 26 de octubre se entregaron en cuerpo y alma, quedaron exhaustos, se brindaron enteros, muchos secándose las lágrimas en medio del desastre, porque también son hijos, padres, hermanos.
Son un ejemplo de la buena gente y de los excelentes profesionales que tenemos. Gracias por tanto.

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Daniel Villamea, periodista, hincha de River (no fanático), Maradoniano, adicto a Charly García, Borgiano y papá de Manuel y Santiago, mis socios en este proyecto independiente surgido de la pasión por contar historias y, si se puede, ayudar a otros.