“No fui a la reunión con el Frente de Trabajadores de la Educación porque no vi que hubiera garantía de que los docentes que estaban frente a la escuela tuvieran una actitud pacífica”, expresó el ministro de Hacienda de Misiones, Adolfo Safrán, respecto al faltazo a la reunión del gobierno con el Frente de Trabajadores de la Educación en Lucha (FTEL) que se realizó ayer.
Safrán no fue, pero sí mandó gente del Consejo General de Educación (CGE). “Le pedí al presidente del CGE y al Ministro de Educación que tomen la propuesta del Frente (…) con la situación que ellos mismos generaron de llevar docentes frente a la escuela con bombos, parlantes y con algún tipo de posible animosidad en lo personal yo no fui”, se excusó.
Finalmente, se fijó un cuarto intermedio para el viernes 14, con la posibilidad realizar una reunión virtual con Safrán el 12.
La actitud de Safrán evidencia que el “efecto Berni” llegó a Misiones.
Al ministro de Seguridad de Buenos Aires le rompieron la jeta en patota, cosa de cobardes, por más que el reclamo parezca justo.
La acción es repudiable. Pero sería un error ignorar que es síntoma de algo que se viene gestando: la sociedad está harta de los políticos y funcionarios que viven en su burbuja, teorizando y acumulando, mientras los ciudadanos cada vez más empobrecidos, sin chances de proyectar ni progresar por la inflación que arrasa.
La paciencia del pueblo tiene un límite. El caso Berni prendió todas las alarmas y su efecto ya llegó a Misiones.
Pero Safrán se equivocó porque el contexto es otro. Los docentes misioneros no son la patota de la UTA. Y tal vez no sea solo cauto (o miedoso), sino que pretende demonizar el genuino reclamo de los trabajadores de la educación. Si es así, se equivocó el doble.
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Daniel Villamea, periodista, hincha de River (no fanático), Maradoniano, adicto a Charly García, Borgiano y papá de Manuel y Santiago, mis socios en este proyecto independiente surgido de la pasión por contar historias y, si se puede, ayudar a otros.