Barón Rodríguez tiene 88 años y Rubén “Chango” Flores 89. Históricos ídolos de los obereños que se destacaron en varias disciplinas. Fueron rivales, compañeros y forjaron una amistad que perdura intacta
Son amigos desde hace más de 60 años y todos los días se juntan un rato para charlar, recordar antiguas hazañas y cuidarse, porque de eso también se trata la verdadera amistad.
Rubén “Chango” Flores tiene 89 años y Barón Rodríguez 88, dos emblemas del deporte obereño que supieron destacarse en varias disciplinas.
Los dos siguen activos, más allá de algunos “achaques de la edad”, como graficó el Chango con la picardía que lo caracteriza. Don Barón es más tranquilo, y por eso se complementan tan bien.
Contaron que la amistad surgió por el fútbol, ambos integraron recordados seleccionados obereños, pero también se enfrentaron en el básquet: Chango jugando para el Club Olimpia y Barón en el histórico Vanguardias Obreras Católicas.
Pero la admiración y el cariño que se tienen trasciende lo deportivo: “Él era el mejor albañil de Oberá -apuntó Chango respecto a su amigo-. Construyó la torre de la Catedral San Antonio y puso la campana allá arriba. Eso sí que fue una cosa impresionante”.
Barón es obereño y se destacó por igual en fútbol y básquet. Con un 1.85 de altura y un físico atlético, se convirtió en el primer pivote local, no tanto por envergadura, sino por su poder de salto y actitud de lucha. Fue un pionero de la “garra” que se convirtió en símbolo del deporte local.
“En 1963 se jugó el primer Torneo Provincial de básquet en Oberá y el técnico me mandó a marcar a Finito Gehrmann, que tenía 17 años. Él recién empezaba y yo tenía como 10 años más, así que lo pude marcar bastante bien. Pero después Finito evolucionó y fue una maravilla. Sus logros nos llenaron de orgullo a todos”, comentó emocionado.
Inmenso aporte
Ya en 1974, Barón Rodríguez fue asistente técnico del recordado profesor Andrés Quetglas en la conducción del seleccionado obereño que obtuvo el primer título Provincial de básquet en categoría mayores, en Montecarlo. El reconocimiento del Concejo Deliberante por aquel hito del deporte local adorna la sala de su casa, entre tantas fotos y trofeos.
Pero además de su rol como jugador y entrenador, don Barón también se destacó por su desinteresado aporte en varios frentes.
Por ejemplo, recuerdan que estuvo a cargo de la construcción de los sanitarios y la tribuna del Club Vanguardias, y todo sin cobrar un peso. O cuando los más chicos entrenaban y él les preparaba un guiso y afianzaba el grupo entre anécdotas y consejos.
También se destacó como futbolista en el Club Libertad y la selección de Oberá, con la particularidad de que supo desempeñarse en dos puestos: central y arquero, siempre con la misma jerarquía.
“Era imposible ganarle de arriba, era muy fuerte. Más de una patada me sacudió”, rememoró el Chango entre risas.
Aunque enseguida se puso serio y prometió no “emocionarme tanto”, tras lo cual reflexionó: “Ganar es lindo, pero lo más hermoso es la amistad”.
Mil anécdotas
La charla transcurrió en la casa de don Barón, entre anécdotas y recortes de diarios, fotos y mucha emoción.
“Él tiene más prensa que yo”, dijo el anfitrión (en chiste) en relación al Chango, quien luego de retirarse del fútbol incursionó en el pedestrismo y todavía sigue corriendo, dueño de una disciplina indestructible.
El nacido en San Fernando Las Palmas, Chaco, practicó varios deportes desde chico.
“Con 15 años salí tercero en una competencia de aguas abiertas en el río Paraguay, aunque no me querían inscribir porque era el único menor. A los 16 jugaba en la selección de fútbol de Las Palmas y de ahí me ficharon en Sarmiento de Resistencia”, rememoró.
Jugó en Instituto de Córdoba y Colón de Santa Fe, antes de recalar en Oberá para jugar en Olimpia. También tuvo un paso por el fútbol brasileño, primero en un equipo de Santa Catarina y luego en el Internacional de Porto Alegre, donde permaneció dos años.
“Fuimos a Brasil con Carlos Lescano y fue una linda época. Ahí fue que subí por primera vez a un avión, era con hélices y se sacudía para todos lados. Conocí Honduras, Chile, Perú y Bolivia. Como en esa época Oberá no estaba afiliada a la Afa, cada vez que había un clásico con Atlético veníamos a jugar para Olimpia”, contó con tono pícaro.
Ya instalado en Oberá, fue uno de los pilares de la selección local que animó los campeonatos provinciales de mediados de los 50 y 60, con partidos memorables contra Posadas.
Y las anécdotas siguieron fluyendo entre Barón y Chango, muchas veces rivales, otras tantas compañeros y siempre amigos, sentimiento que perdura con gestos cotidianos.
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Daniel Villamea, periodista, hincha de River (no fanático), Maradoniano, adicto a Charly García, Borgiano y papá de Manuel y Santiago, mis socios en este proyecto independiente surgido de la pasión por contar historias y, si se puede, ayudar a otros.
Muchas gracias Daniel
Soy de Buenos Aires y viaje a Obera y he conocido a esos dos maravillosos hombres ,amigos,compañeros de la vida de tantos años y con que respeto se tratan ambos ,admirable Bella amistad genuina los felicito ,saludos ,cariños esperando regresar a Obera