Una de las propuestas más insólitas de Javier Milei es la venta de órganos. Extremista del mercado, no hace mucho el candidato de la Libertada Avanza declaró: “Mi primera propiedad es mi cuerpo. ¿Por qué no voy a poder disponer de mi cuerpo?”, avalando la transacción de órganos humanos.
Milei dice lo que muchos quieren escuchar y le va bastante bien, por lo menos en intención de voto. Después, que todo lo que propone prospere, eso sí que es mucho más complicado y hasta imposible, según el caso. Pero no es el único político que especialista en demagogia.
Lo cierto es justo en Oberá por estas horas se debate los alances de la Ley 27.447, conocida como la Ley “Justina”, que estipula que toda persona mayor de 18 años es donante de órganos, salvo que haya dejado constancia expresa de lo contrario.
Lamentablemente, una mujer de 34 años, madre y trabajadora, falleció en el Hospital Samic y su familia se opuso a la ablación por una supuesta mala praxis, que habrá que ver qué sustento tiene.
Por lo pronto, debido a la denuncia, el cuerpo será sometido a autopsia y no fue posible donar los órganos. Una lástima porque tal vez se hubiera salvado otra u otras vidas.
Asimismo, si la familia tiene dudas, también tiene derecho a saber de qué murió Nidia. Es su derecho.
En paralelo, el hecho generó las más variadas opiniones sobre la ley, que ya es ley y debe cumplirse. Punto.
Ahora bien, lo curioso del caso es que en las redes sociales se tejen teorías siniestras sobre la venta de órganos. Total opinar online es gratis y cualquiera dice lo que se le canta. Se entretienen, hacen terapia gratis.
Y hasta aparecen seguidores de Milei (el mismo que está a favor de la venta de órganos) «denunciando» la «nefasta venta de órganos en Oberá».
Un ejemplo del doble discurso, de lo impracticable de muchas propuestas del libertario; síntesis de la demagogia que Avanza por el hartazgo social, más que por criterio, ideas y un proyecto superador.
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Daniel Villamea, periodista, hincha de River (no fanático), Maradoniano, adicto a Charly García, Borgiano y papá de Manuel y Santiago, mis socios en este proyecto independiente surgido de la pasión por contar historias y, si se puede, ayudar a otros.