Santiago Rafael López tiene apenas 22 años, pero ya cometió dos homicidios. En ambos casos evitó ser condenado, primero porque era menor y después por decisión judicial. El pasado 24 de abril entró a una chacra, mató a un cerdo y lo robó. Apenas estuvo preso un mes y lo liberaron
El pasado 24 de abril, Santiago Rafael López (22) llegó en moto a una chacra en Campo Ramón, mató de un tiro a un cerdo y lo robó. El propietario del lugar fue testigo del hecho, radicó una denuncia y el implicado fue detenido.
Con las pruebas del caso, entre ellas la moto y el pistón que usó para cometer el ilícito, el muchacho fue acusado de abigeato y tenencia ilegal de arma de fuego de uso civil.
Menos de un mes después, el 21 de mayo, López recuperó la libertad por disposición del Juzgado de Instrucción Dos de Oberá.
Las circunstancias descriptas tal vez pasarían desapercibidas si otro hubiera sido el protagonista del hecho, pero ocurre que cualquiera que googlee el nombre de López encontrará que posee un prontuario que mete miedo, y no por delitos menores, sino porque ya mató a dos personas.
Pero en ambos casos, primero porque era menor y después por decisión judicial, el acusado evitó ser condenado.
En febrero de 2018, cuando tenía apenas 16 años, fue detenido por el asesinato de Aníbal Dos Santos (41), quien murió a consecuencia de un botellazo en la cabeza.
López fue imputado por homicidio involuntario, pero sólo permaneció seis menes en el Correccional de Menores de Posadas, recuperó la libertad y regresó a Villa Bonita, municipio de Campo Ramón.
En tanto, en abril de 2021 fue acusado del homicidio de Héctor Gonzalo Rodríguez (17), también en Villa Bonita, hecho por el que permaneció casi tres años preso.
De todas formas, el pasado 21 de febrero el Tribunal Penal Uno de Oberá lo benefició con la absolución, ya que los jueces consideraron que actuó en legítima defensa y lo liberaron.
Nueva detención
Pero el pasado 24 de abril, a sólo dos meses de su absolución por el segundo homicidio en su cuenta, López fue implicado en un nuevo hecho delictivo registrado en arroyo Tigre, Campo Ramón.
La denuncia fue radicada por Vilmar V. (50) quien acusó directamente a López y dio precisos detalles de su accionar, ya que lo vio infraganti.
Dijo que ingresó a su propiedad a bordo de una motocicleta Corven color roja tipo cross, tras lo cual tomó un arma de fuego y le disparó a un cerdo; paró, cargó el animal sobre la moto y escapó.

Personal policial ubicó al sospechoso en inmediaciones del lugar con la moto y en su poder hallaron un arma de fuego calibre 36, tres municiones calibre 36, una funda de cuero y una mochila. No hallaron los restos del cerdo.
El Juzgado de Instrucción Dos ordenó que se notifique el motivo de detención del sospechoso y se le practique el test de parafina para corroborar que haya disparado un arma de fuego en las horas previas. Menos de un mes después fue liberado.
El primero homicidio
La primera vez que el nombre de Santiago Rafael López apareció en un expediente judicial fue en febrero de 2018. Entonces tenía 16 años y fue detenido por el asesinato de Aníbal Dos Santos, quien agonizó una semana en el hospital Ramón Madariaga de Posadas debido a un traumatismo de cráneo que le costó la vida.
Todo comenzó el sábado 27 de enero de aquel año en la plaza central de Villa Bonita, ocasión en la que la víctima recibió un botellazo en la cabeza que le produjo una lesión irreversible que derivó en su deceso, registrado el 4 de febrero. Las pesquisas del caso confirmaron que López lanzó la botella que impactó a la víctima.
En primera instancia el acusado, que aún era menor de edad, se dio a la fuga con intenciones de cruzar al Brasil, donde tiene parientes. Pero dos días después fue detenido y puesto a disposición del Juzgado Correccional y de Menores de Oberá, desde donde se dispuso que fuera entregado a sus progenitores para guarda y cuidado.

Pero días más tarde, tras el deceso de Dos Santos, el mismo juzgado ordenó su demora y al arribar al domicilio su madre le dijo a la Policía que el chico se había vuelto a escapar. Fue así que se inició un intenso rastrillaje de la zona y lograron la recaptura.
Una fuente judicial recordó que López fue imputado por homicidio preterintencional (involuntario), permaneció seis menes en el Correccional de Menores de Posas y luego recuperó la libertad. Tiempo después fue procesado por el robo de una moto.
Volvió a matar
El homicidio de Héctor Gonzalo Rodríguez (17) se registró en la madrugada del 24 de abril de 2021 en el barrio Evita de Villa Bonita.
Ya en el juicio, el Tribunal Penal avaló al abogado defensor, Juan Szymczak, quien en los alegatos insistió en la absolución de López “en razón de haber obrado en legítima defensa”.
Contrario a ello, la fiscal Estela Salguero solicitó una condena de 15 años de prisión de cumplimiento efectivo. Basó su acusación en los testimonios de Alberto Urig y Jairo Ferreyra.
El primero dijo que en las horas previas al crimen cenó con la víctima y luego, camino a lo de otro amigo, éste le pidió que lo acompañara hasta su casa para buscar una campera y a la vuelta se encontraron con otro joven y López, frente a la vivienda del último.
En ese punto sucedió una pelea, declaró Urig, por lo que López salió con un cuchillo, ante lo cual Urig y Rodríguez corrieron en direcciones opuestas.
López alcanzó a Urig y le propinó dos puñaladas, pero pudo defenderse. Luego el acusado persiguió a Rodríguez “hasta alcanzarlo, tumbarlo, apuñalarlo y dejarlo en el suelo”.
Sobre López, la fiscal fue lapidaria y alertó que “es una persona sumamente agresiva, consume bebidas alcohólicas, es insoportable, tiene malos hábitos, es problemático y molesta a los vecinos, la conducta con su familia es un desastre y se junta con delincuentes y vagos”. Además, recordó el antecedente por el homicidio previo.
Dos hipótesis
Al juicio asistieron sólo tres testigos, todos favorables al ahora absuelto y quienes, de todas formas, aportaron poco y nada en sus nuevas declaraciones.
Andrea y Fernanda López -hermanas del acusado- y su amigo Alejandro Da Silva – testigo presencial- se mostraron dubitativos y acusaron olvidos “por el paso del tiempo”.
En la etapa de instrucción algunos testigos declararon que López se encontraba frente a su domicilio con Da Silva y otro joven, cuando repentinamente llegó Rodríguez junto a su primo Alberto Urig portando cada uno un machete, comenzaron a agredir a Da Silva y al intervenir López, también lo atacaron, por lo que éste corrió hasta el interior de su casa para ponerse a salvo y en ese marco de inferioridad de condiciones se defendió con un cuchillo que usaba para picar hielo, hiriendo de muerte a Rodríguez.

Otros, entre ellos el propio Urig, declararon que fue López quien comenzó a agredirlos en la calle, cuando pasaron frente a su casa, y en esas circunstancias corrieron, aunque el agresor los alanzó y dio muerte a Rodríguez.
Prometió portarse bien
Por su parte, López negó haber atacado a Rodríguez en la calle y desestimó las declaraciones que lo colocaron corriendo a la víctima con un cuchillo hasta alcanzarlo.
Sobre un informe obrante en el expediente que lo menciona como “problemático, violento y quilombero”, se defendió: “Mi junta siempre fue gente mayor, trabajadora, no solía juntarme con borrachos y quilomberos. No andaba molestando a los vecinos, siempre estaba más en la colonia”.
A su turno, el abogado Szymczak apuntó que “López se defendió de una agresión ilegítima en su propio domicilio y recibió enormes heridas proporcionadas por los atacantes”, y sobre eso amplió: “Actuó en legítima defensa utilizando un cuchillo para repeler la agresión de dos machetes en su domicilio, donde está él y sus familiares reposando, con el peligro que conlleva. No le quedó otra que defenderse, sino el muerto hubiera sido él”.
Tras la absolución, López agradeció a Dios su libertad y subrayó: “Pudimos probar lo que era, porque nada más con la verdad se sale adelante”.
Lamentó el tiempo en prisión, del cual aseguró “no fue nada fácil de pasar, fueron dos años y diez meses en los que sufrí y aguanté muchas cosas”, y en ese punto reiteró “el valor de haber defendido a mi familia”.
Por último, remarcó que pensaba “seguir trabajando y pensando en progresar, como siempre lo hice”. Apenas dos meses después, volvió a ser detenido.
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Daniel Villamea, periodista, hincha de River (no fanático), Maradoniano, adicto a Charly García, Borgiano y papá de Manuel y Santiago, mis socios en este proyecto independiente surgido de la pasión por contar historias y, si se puede, ayudar a otros.