En diciembre de 1996, Romina Andrea Vilarte tenía 3 años y estuvo perdida seis días en la zona rural de Campo Viera. Fue encontrada al límite de sus fuerzas y su recuperación demandó dos meses de internación. En una entrevista con este cronista, aseguró que un caballo la salvó del ataque de perros y los monos le daban fruta
El país está expectante por el caso Loan, el nene de 5 años que el jueves pasado desapareció en un campo de Corrientes. Van seis días de intensos rastrillajes, hipótesis y cadenas de oración. Pero el chiquito no aparece.
En Misiones existe un antecedente similar: hace 28 años una nena de 3 años se perdió en Campo Viera. Una historia que conmovió al país, trascendió a nivel internacional y tuvo un final feliz, ya que Romina Andrea Vilarte fue hallada con vida.
El sábado 14 de diciembre de 1996, diario El Territorio tituló en su tapa: “Hallaron a la nena de tres años perdida en el monte”. La noticia fue presentada como un milagro, ya que la criatura sobrevivió seis días a la intemperie.
La encontraron en el límite de sus fuerzas, muy deshidratada y lastimada, ya que fue atacada por varios perros. Las cicatrices que perduran en sus piernas confirman la ferocidad de aquellos animales.
Su deterioro era tal, que permaneció dos meses internada en el Hospital Samic de Oberá.
En julio de 2016, este cronista la localizó en Campo Grande y, por primera vez, Romina accedió a una entrevista periodística y contó su historia en primera persona.
“Me acuerdo que los monos me daban frutas”, rememoró Romina -hoy de 31 años- con una sonrisa que surgió espontánea, como conectada con aquel momento.
Reconoció que tiene recuerdos fragmentados de aquella odisea en el monte que se extendió por seis largos días. Para colmo fue un diciembre lluvioso de noches frías, lo que destaca la fortaleza física que tuvo entonces.

En primera persona
Aquella mente infantil también le acercó el recuerdo de los perros que casi la matan, y sumó otro personaje que fue una bendición: “Me acuerdo que los perros me corrieron y me mordieron mucho, hasta que apareció un caballo que les pateó y se fueron corriendo. Ese caballo me salvó”.
La presencia del caballo fue corroborada por su papá desde un principio de la investigación del caso, cuando mencionó que al notar la desaparición de la nena escuchó ladridos de perros furiosos y el relincho de un caballo que parecía enfrentarlos.
A su lado, su mamá Laura Krause comentó una anécdota sobre los monitos que alimentaron a su hija.
“Recuerdo que un par de años después estábamos viendo televisión, no sé si una película o un documental, y aparecieron unos monitos. Romina saltó de la silla y corrió a la tele para ver bien de cerca. Tocaba la pantalla y se reía. Decía que ellos le dieron comida en el monte. Fue algo muy emocionante”, rememoró.

El papá, el primer sospechoso
Bajo el rescoldo del último sol de la tarde, la mamá de Romina recordó el episodio más tremendo de su vida: el día que se perdió su niñita.
“El domingo (8 de diciembre, Día de la Virgen) había fiesta en la escuela y fui con mis dos hijos más grandes. Los más chicos quedaron con el papá en la chacra, pero les prometí que les iba a traer bollos y chocolate. Se ve que en un momento Romina se largó a pie para buscarnos y mi marido no se dio cuenta. Ella agarró el camino equivocado y ahí le atacaron los perros de un vecino. Mi marido escuchó los ladridos y un caballo que relinchaba. Notó que la nena no estaba y salió corriendo, pero sólo encontró rastros de sangre y pedazos de la ropita de ella”, recordó Laura.
Para colmo, esa noche la lluvia tapó los rastros y complicó la desesperada búsqueda.
En ese contexto, para la Policía el primer sospechoso fue el propio padre de la criatura, a quien custodiaron a sol y sombra durante los días que duró la búsqueda.
“Hasta el pastor de la iglesia le dijo a mi marido que cuente la verdad y que diga dónde le enterró a la nena. Pero la Romina era todo para él, su preferida. Él sufrió y aguantó el doble que yo, porque era sospechoso. La Policía le judeó mucho. El jueves estuvieron a punto de levantar la búsqueda y le iban a llevar preso”, reconoció.

La corazonada de mamá
Cuando casi todos habían perdido las esperanzas de encontrar con vida a la nena, el viernes 13 de diciembre un tío de Romina llegó desde San Pedro y confió en la corazonada que tenía la mamá, quien comentaba que oía el pedido de auxilio de su hija, aunque nadie daba crédito a sus palabras.
“Yo escuchaba que ella me llamaba, pensaron que estaba quedando loca. Hasta que el viernes mi cuñado Cacho, hermano de mi marido, me preguntó de dónde venía el pedido de auxilio y le dije para el lado de la vertiente donde llevábamos a los animales, a unos cinco mil metros de casa. Me dijo: ‘si vos escuchaste ella tiene que estar viva, yo te voy a traer a tu guaina’, y se fue para ese lado”, revivió.
El final más deseado
En la zona de la vertiente, Cacho encontró marcas de arrastre desde el agua hasta debajo de un árbol tuerto y agujereado. Descorrió el follaje y encontró dormida a la nena.
“Lo primero que dijo fue ‘papi, me trajiste caramelos’, porque pensó que era el papá”, agregó la madre de Romina.
El reencuentro con la familia fue una explosión de llanto y alegría: “Mi marido siempre decía que Dios no existe. Pero me contó que el jueves (un día antes del hallazgo de la nena) fue al baño, se arrodilló y rezó para que aparezca. Después me dijo: ‘había sido que Dios es grande y sí existe’, y empezó a ir a la iglesia”.
La recuperación de Romina demandó dos meses de internación, lapso donde sobraron las promesas oficiales.
“Nos prometieron un terreno, que le iban a pagar los estudios y otras cosas. Pero no le dieron ni un caramelo. Igual, con mucho esfuerzo salimos adelante”, subrayó Laura con emoción hecha lágrima, y agregó: “Pienso que Dios tiene preparado algo grande para ella. No creo que haya sufrido tanto en vano”.
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Daniel Villamea, periodista, hincha de River (no fanático), Maradoniano, adicto a Charly García, Borgiano y papá de Manuel y Santiago, mis socios en este proyecto independiente surgido de la pasión por contar historias y, si se puede, ayudar a otros.