Informe forense puso en duda la versión policial de un suicidio en el Salto Berrondo

El cadáver de Esteban Giménez fue hallado el pasado 21 de noviembre en el predio del Berrondo de Oberá. Al lado del cuerpo hallaron una soga, pero el análisis microbiológico arrojó indicios de asfixia por sumersión. La falta de 16 piezas dentarias avala la posibilidad de una muerte violenta

Desde un primer momento las circunstancias del deceso Esteban “Oti” Giménez (28) generaron dudas. El cadáver fue hallado hace diez meses y medio en el predio del Salto Berrondo de Oberá y la causa se caratuló como presunto suicidio, pero ahora se conoció que el análisis microbiológico forense halló elementos que avalan la teoría de la asfixia por sumersión.

En este contexto, a las inconsistencias de la pesquisa que viene denunciando Juan Esteban Giménez (52), padre del fallecido, se suman una nueva hipótesis e interrogantes sobre cuál fue la causa de la muerte. Además se determinó el faltante de 16 piezas dentarias.

“La verdad no creo que mi hijo se haya suicidado. Estaba por ser padre, tenía proyectos y estaba en una búsqueda positiva para su vida”, subrayó el papá.

Asimismo, marcó contradicciones en la investigación policial, como las dos versiones sobre la soga utilizada en el presunto suicidio que constan en el expediente. 

En tanto, mencionó que recién hace un mes (luego de que salió a los medios) el Juzgado de Instrucción Uno de Oberá le proporcionó el informe forense completo, incluido el análisis microbiológico realizado por dos bioquímicas del laboratorio de Ciencias Forenses del Cuerpo Médico Forense del Poder Judicial de Misiones.

En la pericia se observan diatomeas, algas unicelulares presentes en el agua, lo que “constituye un signo de sumersión vital”.

En conclusión, el informe forense cita que “se observan diatomeas en las muestras de médula ósea compatibles con asfixia por sumersión”. Es decir, no se descarta que Oti Giménez haya fallecido ahogado.

Perros rastreadores participaron de la búsqueda

Detalles del informe

Según la interpretación médico legal de la pericia, las citadas diatomeas “son considerados biomarcadores de sumersión. La aplicación de las diatomeas para el diagnóstico de la asfixia por sumersión se basa en el hecho de que penetrarían en los pulmones conjuntamente con el líquido de la sumersión, y si el sujeto se encuentra vivo, con actividad cardiocirculatoria eficaz, atravesarían el filtro pulmonar y se diseminarían por todo el organismo a través del torrente circulatorio, pudiendo identificarlas en médula ósea, hígado, cerebro o riñones”.

En cambio, se aclara que “si se tratara de un cadáver arrojado o caído al agua, las diatomeas podrían penetrar de forma pasiva en el aparato respiratorio, pero no podrían llegar a otros órganos al no existir actividad circulatoria”.

Por ello, las profesionales del laboratorio de Ciencias Forenses concluyeron que “se observan diatomeas en las muestras de médula ósea compatibles con asfixia por sumersión”.

Al respecto, Juan Esteban Giménez indicó que “el informe fue presentado el 9 de diciembre pasado, pero nosotros tuvimos acceso recién después que hicimos públicas nuestras dudas sobre la investigación y que todo marcha muy lento”.

Además, precisó que al cadáver su hijo le falta 16 piezas dentarias, lo que no hace más que atizar la sospecha de una muerte violenta.

“Ahora hay indicios de que falleció ahogado, pero el cuerpo fue encontrado en el monte y con una soga al lado. Aparte le faltan 16 dientes, cuando a lo sumo en su vida le habían sacado una muela. Es decir que tenemos más dudas que certezas y vemos que en Oberá el caso no avanza. Por eso, por intermedio de mi abogada, pedimos elevar el expediente a una instancia superior”, mencionó.

Hallazgo y dudas

A principios de noviembre del año pasado, Oti Giménez se hallaba acampando con su novia en el Complejo Turístico Salto Berrondo de Oberá. Recorrían Misiones en bicicleta, él era músico, ella es artesana y estaba embarazada de cuatro meses.

Pero el 7 de noviembre, antes del mediodía, Giménez salió a caminar por el predio del Berrondo y nunca regresó a su campamento.

Su cadáver fue encontrado dos semanas más tarde, a unos 500 metros del lugar donde había instalado su carpa. En principio, desde la Unidad Regional II de Policía informaron que se trataba de un presunto suicidio.

El cuerpo se hallaba en avanzado estado de descomposición, a su lado había una soga y entre las prendas se halló su DNI, por lo que la identificación fue inmediata.

Preventivamente, la causa fue caratulada como “averiguación por muerte dudosa”. El expediente está a cargo del juez Pedro Piriz, subrogante del Juzgado de Instrucción Uno de Oberá.

En tanto, el padre del joven fallecido sigue el caso desde la localidad de Los Antiguos, en la provincia de Santa Cruz, donde reside.

“Son más de 3000 kilómetros hasta Misiones, así que no puedo ir seguido”, lamentó, y contó que en abril nació su nieta: “La hija que Oti no pudo conocer”.

Sobre el caso, recordó que “la novia hizo la denuncia en la Seccional Tercera y me tuvo al tanto de la búsqueda. La Policía y los Bomberos rastrillaron la zona, pero no encontraron nada. Recién el 21 de noviembre, dos semanas después de la desaparición, unos chicos menores que andaban caminando encontraron el cuerpo a unos 500 metros del lugar donde había acampado mi hijo”, detalló.

Policías y bomberos rastrillaron la zona

Rastrillaje fallido y dos versiones de la soga

Juan Esteban Giménez tomó dos aviones y dos micros para llegar hasta Oberá. Luego fue hasta el lugar exacto donde hallaron el cadáver de su hijo, lo que no hizo más que acentuar sus dudas.

“Nunca me cerró que se haya ahorcado ahí. Yo me colgué del único arbusto del lugar, donde supuestamente se ahorcó, pero no resistió mi peso y toqué el suelo, siendo que tengo la misma talla que tenía mi hijo”, explicó.

En el lugar del hallazgo del cadáver estaba la billetera del joven con algo de dinero, por lo que se descartó la hipótesis del robo.

En el expediente se cita que personal policial y de Bomberos Voluntarios, junto a la brigada canina K9, rastrillaron toda la zona sin resultados, cuestión que siembra dudas en el padre.

“Dicen que pasaron por ahí pero unos chicos fueron quienes encontraron el cuerpo, eso que estaba muy cerca del salto. Por eso digo que el rastrillaje de la Policía y Bomberos Voluntarios no se realizó en ese lugar, al contrario de lo que ellos dicen”, remarcó Giménez.

Otro interrogante tiene que ver con el tipo de cuerda utilizada en el presunto suicidio, ya que “en el sumario policial que consta en el expediente dice que encontraron una soga blanca de seis metros; pero en la siguiente foja dice que era una soga blanca con puntos negros de 70 centímetros de largo. Es todo raro”.

Tampoco le notificaron el resultado de las pericias de ADN sobre la soga, enfatizó.

Por otra parte, ante la eventualidad de tener que realizar nuevas pericias sobre el cuerpo, el progenitor decidió inhumar los restos en el cementerio de Oberá, donde se encontró con la dificultad que sólo se puede sepultar a quienes eran residentes.

De todas formas, agradeció la intervención de funcionarios municipales que entendieron la situación y autorizaron un permiso especial por dos años.

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