“Se nos fue un compañero de 60 años y lo vamos a recordar siempre con una sonrisa, un chiste, un pase impredecible en el básquet”, evocó Pepe Martínez al querido Cacho Ramírez, que falleció a los 73 años
Esta semana falleció Antonio Américo Ramírez, el querido “Cacho”, a los 73 años. Difícil ser objetivo cuando se impone el cariño por una persona que en algo marcó tu vida y, en mi caso, también dejó una huella en el trayecto de mis hijos.
Cacho fue uno de los ídolos del básquet local de mi generación, el de los pases sin mirar que años después vimos por televisión. También fue nuestro entrenador, siempre alegre, alentando.
En paralelo forjó una extensa carrera como profesor de dibujo en la Escuela Técnica, donde (y vuelvo a lo personal) fue profe de mis hijos. “Eh… cómo andan los mellis, cómo va ese entrenamiento”, les decía siempre, pendiente del deporte.
En los años 60 Cacho integró los equipos de la Escuela Técnica (entonces ENET N° 3) que competían en los intercolegiales.
“Tenía muchas condiciones, era dotado de talento para jugar al básquet, pero también se destacó en carreras de fondo y medio fondo”, comentó José Ubaldo “Pepe” Martínez.
Y recordó que “en el 67, a los 18 años, Cacho jugaba en la selección juvenil de Misiones y era uno de los mejores. Nos justaba mucho jugar con él porque tenía una habilidad especial en cuanto a los amagues, era imprevisible, te hacía unos pases sorpresivos, sin mirar, de gancho. Tenía una calidad enorme”.
Cacho también integró los equipos del OTC, de Olimpia y la selección de Oberá, con la cual se consagró campeón Provincial de Mayores en 1974, en Montecarlo, el primer gran logro del básquet obereño.
Después padeció una luxación de hombro derecho que frenó su carrera como jugador. “No se operó nunca y eso lo limitó mucho para jugar, pero siguió colaborando en la parte técnica”, rememoró Pepe.
Cacho se recibió de técnico electromecánico y siguió ligado a la Escuela Técnica como profesor de dibujo. Además nunca abandonó la pasión por el deporte y durante años colaboró con los equipos de básquet de la institución.
Formó una hermosa familia y, como caracterizado hincha del Cuervo, fue pilar de la Asociación Sanlorencista “Lobo” Fischer de Oberá.
“El recuerdo de Cacho es imborrable. Era de una familia humilde donde era todo amor, la mamá, el papá -agregó Pepe, emocionado-. Tuvimos la suerte de viajar mucho y siempre fue una alegría compartir con él, como con tantos otros amigos. Una amistad que no se puede medir. Se nos fue un compañero de 60 años y lo vamos a recordar siempre con una sonrisa, un chiste, un pase impredecible en el básquet”.
Hace un par de años, una siesta, apareció por el complejo y se sentó en un rincón a mirar el picado. Enseguida fuimos todos a saludarlo y surgieron las anécdotas, las risas, el afecto sincero. Hasta siempre querido Cacho, PROFESOR con mayúsculas.
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Daniel Villamea, periodista, hincha de River (no fanático), Maradoniano, adicto a Charly García, Borgiano y papá de Manuel y Santiago, mis socios en este proyecto independiente surgido de la pasión por contar historias y, si se puede, ayudar a otros.