Ayer temprano, una vecina del barrio San José constató que desconocidos ingresaron a su casa y robaron un televisor 32 pulgadas, marca TCL, y un cilindro de gas de 10 kilos de color violeta.
Las averiguaciones de rigor apuntaron la investigación policial hacia dos menores y un mayor identificado como Martín C., quien estaba ofreciendo los elementos sustraídos.
Fue así que horas más tarde hallaron el televisor en poder de un vecino calle Cedro que argumentó que les compró el aparato al citado Martín y a un menor conocido como «Dengue», a quienes les abonó 10.000 pesos.
En tanto, una vecina de calle 4 de San Miguel reconoció que adquirió el cilindro gas violeta a los menores conocidos como «Dengue” y “Bollito”, también por 10.000 pesos, un pack de gaseosas y mercaderías varias.
En consecuencia, la Policía demoró a los tres citados, aunque José Luis “Dengue” G. (16) y Maximiliano Emanuel “Bollito” M. (15) fueron entregados a sus progenitores para guarda y cuidado.
Pero lejos de escarmentar, anoche Dengue volvió a las andadas y asaltó a una mujer que caminaba por calle Mitre, casi Formosa, a quien le arrebató el celular.
Un vecino avisó a la Policía y minutos más tarde detuvieron al chico, quien tenía en su poder el teléfono sustraído. En tanto, el menor volvió a ser entregado a su mamá.
Pero aquí no terminaron sus andanzas, ya que esta mañana le robó el celular a un repartidor de agua que estacionó su vehículo sobre calle 8 de San Miguel.
Dengue aprovechó que la ventanilla estaba abierta y sustrajo el aparato. Tras la denuncia, personal policial inició las averiguaciones y encontró al chico con el aparato en su poder.
Esta tarde, por disposición del Juzgado Correccional y de Menores de Oberá fue entregado a su progenitor. Así las cosas, si la única «medida» judicial se reduce a restituir al menor a sus padres, estaría más que claro que con eso no alcanza.
Ni el menor ni la sociedad están a salvo. Un problema complejo y cada vez más preocupante.
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Daniel Villamea, periodista, hincha de River (no fanático), Maradoniano, adicto a Charly García, Borgiano y papá de Manuel y Santiago, mis socios en este proyecto independiente surgido de la pasión por contar historias y, si se puede, ayudar a otros.
