Julio Jesús Espíndola fue asesinado en abril del año pasado en Santo Tomé. Están imputados el obereño Enzo Iván Rodríguez y un presunto cómplice, quienes podrían ser condenados a prisión perpetua. Se prevén tres jornadas de debate. Detalle de las pruebas contra los implicados
El 11 de abril del año pasado la sociedad correntina se conmovió con los detalles del brutal homicidio de Julio Jesús Espíndola (52), profesor y bibliotecario asesinado en su casa en la ciudad de Santo Tomé.
Desde un primer momento la Policía de la provincia de Corrientes apuntó las sospechas hacia Carlos Javier Melgar (57) y el obereño Enzo Iván Rodríguez (26).
El primero fue detenido a las pocas horas del hallazgo del cadáver, mientras que Rodríguez fue capturado en Oberá y luego trasladado y alojado en Santo Tomé.
A poco más de un año del hecho, para el 3 de julio se anunció el inicio del juicio oral contra ambos imputados acusados de homicidio agravado por criminis causa, y por ensañamiento y alevosía, delito que prevé la pena de prisión perpetua.
En principio, según lo dispuesto por la Oficial Judicial (OFIJU) de Santo Tomé, el debate se desarrollará los días 3, 4 y 5 de julio en la Sala de Audiencias 1.
Espíndola fue asesinado en su vivienda del barrio 20 Viviendas. Fue una amiga de la víctima quien halló el cadáver, ya que hacía varios días que no sabía nada del bibliotecario y fue hasta su casa para verlo.
Este medio tuvo acceso a detalles del expediente que se tramita ante el Juzgado de Garantías de Santo Tomé, donde consta el cúmulo de pruebas sobre ambos acusados del homicidio que habría sido perpetrado en ocasión de un robo.
Las primeras pesquisas determinaron que el ataque a Espíndola comenzó en el comedor, en torno a una mesa redonda con tres sillas, una de las cuales tenía manchas de sangre, como también el piso.
Todo grabado
El cadáver se hallaba en el baño, acostado boca arriba, sin remera, con short y descalzo. Hallaron sangre en el piso, paredes, espejo y puerta, se detalla en la causa.
El médico policial en turno constató que “a la primera inspección se aprecia varios golpes con objeto contundente en cráneo región parietal, occipital, temporal y frontal, heridas cortantes en rostro de menor importancia en lo que respecta a causales de muerte. No se evidencian lesiones de defensa”. La posterior autopsia confirmó la brutalidad del crimen.
Entre las primeras declaraciones, otra amiga de la víctima refirió que la última vez que estuvo con él fue el día viernes 7 de abril al mediodía, ocasión en la que Espíndola le comentó que estaba viviendo con un misionero que un conocido suyo le pidió que alojara por unos días. Ese conocido tenía un local en la terminal de ómnibus local, agregó.
La misma amiga aportó que la víctima poseía una moto Honda Wave S 110 roja que no estaba en la casa.
Un paso importante en la investigación fue el hallazgo de la moto en el estacionamiento de la terminal, tras lo cual se revisaron los registros de las cámaras de seguridad del predio.
Así dieron con una secuencia donde se observa a un hombre que llega en la motocicleta de Espíndola y la estaciona en el sector donde fue hallada.
En las imágenes se ve que tras abandonar la moto, el implicado se sube a una camioneta blanca que pasó a buscarlo.
Los acusados
Los investigadores también dieron con los registros de las cámaras de seguridad de un vecino de la víctima, donde se observa que siendo las 00.14 del día 8 de abril la misma camioneta blanca llegó al domicilio de Espíndola.
Luego verificaron que la camioneta se dirigió a la terminal y era conducida por Melgar, quien posee un local en el predio.
El citado y un segundo hombre descargaron varias cajas y luego las cargaron en un colectivo de la empresa Río Uruguay que a la una salió hacia Misiones.
La comparación de las imágenes permitió confirmar que la persona que ayudó a descargar las cajas (se supone con los elementos robados en la casa de Espíndola) fue la misma que antes había estacionado la moto de la víctima en el estacionamiento de la terminal: el obereño Rodríguez.
Orden judicial mediante se procedió a la detención de Melgar y al secuestro de su Peugeot Partner blanca. También se confirmó la identidad del misionero.
Ante el cúmulo de pruebas, el juez de Garantías Edgardo Félix Blanco solicitó la captura internacional de Rodríguez, quien fue detenido en junio del año pasado en Oberá y puesto a disposición del juzgado interviniente.
Sugestivamente, el 11 de abril, día del hallazgo del cadáver de Espíndola, en su perfil de Facebook Rodríguez publicó “Se re pudrió, se re pudriooo, nos paramos rrreee de manos (sic)”.
El mismo día posteó una foto con cervezas y la frase: “Como me reciben en San Pedro”, tal vez con la intención de confundir sobre su paradero.
Pedido de justicia
María Espíndola comentó que el primer detenido -Javier Melgar- le presentó a Rodríguez a su hermano, quien le alquiló una habitación en su casa. El argumento fue que el obereño trabajaría en la parrilla de Melgar.
Pero en realidad, desde un primer momento la intensión de los presuntos cómplices habría sido aprovecharse de Espíndola, quien tenía un buen pasar y residía solo.
“Mi hermano me contó que Melgar le dijo que tenía un parrillero de Misiones y le preguntó si le podía alquilar una pieza. Como Julio vivía solo le dijo que sí. Los primeros días todo transcurrió con normalidad, pero después hubo discusiones porque el muchacho este (por Rodríguez) no iba a trabajar y tampoco le pagaba el alquiler”, indicó la hermana de la víctima.
Tras el pedido de captura internacional, personal de Investigaciones de la UR II inició las pesquisas por distintos puntos de la zona Centro y la provincia.
Así, dieron con un primer dato que señaló que Rodríguez se refugiaba en el barrio Escondido de la localidad de Los Helechos, donde luego se determinó que efectivamente había estado, aunque no regresó por el lugar.
La continuidad de las tareas de inteligencia, entrevistas con familiares y conocidos, además de la implementación de puestos fijos en zonas estratégicas, finalmente los investigadores lograron identificar y detener al sospechoso.
“Mi hermano era una buena persona, trabajador y honesto. Es horrible lo que le hicieron, un dolor muy grande para la familia”, reflexionó María Espíndola.
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Daniel Villamea, periodista, hincha de River (no fanático), Maradoniano, adicto a Charly García, Borgiano y papá de Manuel y Santiago, mis socios en este proyecto independiente surgido de la pasión por contar historias y, si se puede, ayudar a otros.