Matías Olivera atacó las contradicciones expuestas por el testigo estrella de la acusación contra Koki T. “No reúne la fuerza de confirmación, sino que sólo plantea una hipótesis de lo sucedido, que además de ser incongruente con lo declarado por él mismo en diversas ocasiones, no encuentran asidero en algún otro medio probatorio”, subrayó
Desde un primer momento, varias circunstancias e indicios apuntaron hacia la Policía las sospechas por el homicidio de Josías Galeano (15), cuyo cadáver fue hallado en un bañado a las afueras de Oberá el 3 de junio del año pasado.
La mamá de la víctima contó que el menor le había dicho que algunos policías lo hostigaban, lo cual también ocurrió en presencia de ella.
Se probó que Josías estuvo detenido ilegalmente en la Seccional Cuarta de Oberá y que fue torturado: lo golpearon y esposaron a una reja durante horas. Incluso de difundió una foto suya con un ojo morado frente a un patrullero.
Y tal vez el dato más abrumador: la noche previa a la desaparición de Josías, dos policías de civil recorrieron el barrio preguntando por el chico.
Como si todo fuera poco, luego de 34 días de búsqueda, el cadáver fue encontrado en avanzado estado de descomposición en una zona que previamente había sido rastrillada por la Policía… en inmediaciones a la Seccional Quinta.
Pero a pesar de todo, para la justicia de instrucción local el principal sospechoso es un changarín al cual implicó un testigo (con frondoso prontuario) que en resumen afirmó que un día de lluvia estaba en su casa y aparecieron dos nenes para decirle que Koki T. lo llamaba.
El testigo fue -a pesar de que no era amigo ni nada- y Koki le confesó que mató a Josías y ahí nomás lo amenazó de muerte y le dijo que le compre mortadela y galleta. Y el “pobre” testigo fue y le compró la comida porque le tenía mucho “miedo”.
Por esta versión del “testigo estrella” de la Policía (¡CLARO!), Koki T. está preso desde hace más de un año. Ridículo, inconcebible, una burla al sentido común.
Testigo estrella que, más que seguro, no aparecerá en el juicio oral y la Policía (¡OBVIO¡) dirá “no está en la dirección que tenemos”, “se mudó a Buenos Aires”, “su familia no sabe nada de él”, etc etc (de manual).
La defensa apeló la elevación a juicio
En ese contexto, afortunadamente para el imputado y para la verdad, el defensor oficial Matías Olivera está haciendo su trabajo a conciencia y puso en evidencia las contradicciones expuestas por el principal testigo de la acusación, como también la imposibilidad de probar la mecánica y fecha de muerte de la víctima.
Fue así que días atrás presentó un recurso ante la Cámara de Apelaciones rechazando la elevación a juicio dispuesta por juez de Instrucción Uno de Oberá, Pedro Piriz.
En el escrito, Olivera cuestionó el aporte de testigos que citaron “comentarios del barrio”, lo que “no representa elemento de cargo en contra del imputado”.
Asimismo, hizo hincapié en el relato de Diego Armando F., el “testigo estrella”, al punto que en la elevación a juicio Piriz consideró que fue quien “aportó los datos más precisos respecto al hecho puntual”.
Contrario a ello, el defensor consideró que el aporte del citado testigo “no reúne la fuerza de confirmación, sino que sólo plantea una hipótesis de lo sucedido, que además de ser incongruente con lo declarado por él mismo en diversas ocasiones, no encuentran asidero en algún otro medio probatorio”.
En síntesis, Diego Armando F. declaró que un día -sin precisar la fecha- el imputado lo llamó por intermedio de dos niños para contarle que había asesinado a Josías Galeano.
Contradicciones
Ya en su escrito de apelación ante la Cámara, el defensor precisó que “uno de los chicos que lo mandó a llamar era el hijo de la Titi (NdR: la hermana de Koki T.). Incluso lo describe físicamente, (pero) luego en sede policial dice que no conocía a ninguno” de los chicos.
El testigo estrella también dijo que le contó a Titi y a Hugo S. lo que Koki le había dicho, pero después se desdijo y afirmó que no le contó a nadie.
Primero dice que encontró a estos dos (Hugo S. y Titi) en la calle, frente a la casa del primero, aunque luego en sede judicial dice que ambos llegaron a su casa en un auto.
“(…) decir que contó tamañas declaraciones a dos personas y después decir que no contó a nadie -sobre todo cuando se le pregunta puntualmente por ello-, decir que la charla fue frente a la casa de otra persona y después decir que llegaron a su casa, en auto, exponiendo situaciones de tiempo y lugar que luego cambian, detalles que son contradicciones que no pueden explicarse”, remarcó Olivera.
Diego Armando F. también dijo que hacía años que no veía al imputado en el barrio, al tiempo que “dos niños desconocidos le dicen que Koki, con quien no habla hace años quiere hablar con él, un mediodía, lloviznando y sin preguntar nada va a hablar con él”.
“No sólo eso, sino que sin motivo, sin preguntas, Koki le empieza a contar que estranguló y mató a alguien, luego lo amenaza para que no cuente a nadie y además le pide que le compre pan y mortadela, ya que aparentemente Koki no podía pedirle a los niños”, puntualizó el defensor.
Relato sin respaldo
En el segundo planteo, Matías Olivera avanza sobre la hipótesis de la mecánica de muerte. Al respecto, cita que el auto de elevación dice: “El estado de descomposición en el que se halló el cadáver no permitió evidenciar lesiones. Por ello el sistema de valoración de la prueba admite la incorporación, análisis y ponderación de elementos como declaraciones de testigos”.
Incluso, el mismo juez dice que “no permitió evidenciar lesiones”, es decir que no se acreditaron, por lo que la hipótesis del estrangulamiento fue “aportada solamente por Diego Armando F., por un testimonio, dándose por probada tal situación sin más”.
Así, el resultado de la autopsia podría avalar lo dicho por el testigo estrella, pero no lo hace. “No encuentra respaldo alguno lo dicho por este, sumado al resto de la declaración que expone la debilidad del relato”, remarcó el defensor.
Y agregó que “decir que por el efecto del tiempo la prueba se pierde y que entonces la opción excluyente es dar por acreditado el hecho por un testimonio, es contrario a todo principio de interpretación legal, sobretodo en relación a garantías constitucionales”.
Tres fechas de muerte
El tercer agravio expuesto en la apelación señala que según el juez la cuestión de la data de la muerte implica una “supuesta controversia (que) será materia de análisis en otro tipo de proceso”, ya que habría tres posibles fechas del deceso.
En este punto, Olivera fue contundente: “Determinar la fecha del hecho es un hito clave para la investigación penal y el proceso punitivo. A Rogelio Andrés T. se le acusa de homicidio, es decir, haber matado a una persona; sin embargo, a criterio del juez la fecha en la cual ocurrió el hecho es irrelevante al presente proceso y pertenece la determinación a otra rama del derecho”.
“Para la defensa no es un dato ajeno al derecho penal, por el contrario se sostiene desde aquí que las características de ‘precisa, clara, circunstanciada y especifica del hecho’ tiene directa relación con la fecha de la muerte de la víctima. No ser preciso en este aspecto representa una vulneración del derecho de defensa además del debido proceso, ello al valorarse una prueba”, subrayó.
En este contexto, el defensor de Koki T. solicitó a la Cámara de Apelaciones que haga lugar al recurso y revoque lo dispuesto por el auto elevación a juicio dispuesto por juez de Instrucción Uno de Oberá.
Qué declaró el testigo estrella de la acusación
“Koki me dijo que le hizo una llave con el brazo y le tenía del cuello (…) dijo que le terminó de matar haciéndole una llave con la mano, que le apretó más fuerte. Me dijo que estaban los dos solos, no me dijo dónde fue, sólo dijo que lo mató y que lo tenía enterrado en el Yazá”.
La cita textual corresponde a la declaración testimonial prestada por Diego Armando F. (25) el 8 de junio del año pasado en sede judicial.
El relato sentó las bases para la acusación contra Koki T., aunque la lectura del mismo devela que el testigo incurrió en marcadas contradicciones propias y respecto a declaraciones de terceros.
Sobre el día en que el acusado le habría confesado el hecho, del cual no precisó la fecha, mencionó que lo mandaron a llamar por intermedio de dos menores.
“Le dije que no me podía involucrar en nada, que no me podía meter en problemas y ahí el amenazó de matarme a mí y a mi familia, si yo decía algo”, se cita en el expediente.
No supo precisar por qué el implicado lo eligió para confesarle el crimen, ya que apenas eran conocidos del barrio.
“No me dijo en qué fecha lo hizo, sólo que hizo una macana. Yo estaba aterrado. Me dio 400 pesos para que le compre pan y mortadela”, indicó.
Otro aspecto que siembra interrogantes es que en todo momento Diego Armando F. mencionó que el imputado aseguró que el cadáver de Josías fue arrojado al arroyo Yazá, en Campo Viera.
“Koki también me dijo que le tenía atado del cuello con una soga, y ahí le ato en una piedra y lo tiro en el agua”, detalle que no condice con la profundidad del lugar donde encontraron el cuerpo, un bañado de pocos centímetros.
“Koki me dijo que ellos se mandaron una macana juntos y que ahí le tuvo que matar para que no lo delate. Dijo que lo mató y lo llevó al Yazá, que es por Campo Viera me dijo. No me dijo cuánto tiempo hacía que estaban juntos con el gurí”, mencionó.
Policías y causa paralela
En paralelo a la causa contra Rogelio Andrés K., cuatro efectivos que se desempeñaban en la Seccional Cuarta de Oberá fueron imputados por “omisión de hacer cesar o denunciar detención ilegal, falsedad ideológica, privación ilegal de la libertad agravada, severidades y amenazas” en perjuicio de Josías Galeano.
Vale recordar que tras la desaparición del menor, su mamá denunció presuntos hechos de violencia y amenazas contra el chico por parte de policías obreños.
Al respecto, en el expediente se cita a un testigo que estuvo detenido en la Seccional Cuarta cuando demoraron al menor.
“Un día de lluvia lo trajeron de shorcito y de musculosa, ahí nosotros le dimos ropa, pantalón y un abrigo. Nosotros le dimos un taper con comida. Él estaba esposado por la reja. Entre los calabozos hay un patio y ahí está la reja, no tiene techo, por eso mismo le prestamos la ropa. Estaba solo ahí, estuvo hasta la tardecita esposado por la reja”, declaró el testigo en sede judicial.
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Daniel Villamea, periodista, hincha de River (no fanático), Maradoniano, adicto a Charly García, Borgiano y papá de Manuel y Santiago, mis socios en este proyecto independiente surgido de la pasión por contar historias y, si se puede, ayudar a otros.