Dos episodios similares, uno en Oberá y otro en Los Helechos, involucraron a un estudiante de ingeniería. En ambos hechos, que tuvieron intervención policial, el muchacho fue encontrado desnudo y en las inmediaciones había restos de gallinas mutiladas. Una historia inquietante
“Yo lo vi, nadie me contó. Para mí ese muchacho es un lobizón”, aseguró el oficial que comandaba la patrulla que acudió a Villa Blanquita de Oberá aquella mañana de octubre, cuando una vecina avisó que en la orilla del arroyito que atraviesa el patio de su casa había un muchacho desnudo.
Los policías llegaron y pensaron que estaba muerto, que lo habían asesinado o tal vez era un adicto que tuvo una sobredosis.
Estaba boca abajo y a primera vista no tenía lesiones de consideración, salvo algunos raspones. Se acercaron más y notaron que respiraba. Minutos más tarde llegó el médico policial, lo dio vuelta y no encontró ninguna herida.
Las primeras luces del día y las patrullas atrajeron a los curiosos. Nadie conocía al muchacho.
Mientras esperaban a la ambulancia y comentaban las diversas hipótesis, de golpe el desmayado se sentó y lanzó como un gemido que horrorizó a los presentes, como el oficial que todavía recuerda la escena.
“Fue como que volvió a la vida. Como si había estado en trance y de repente recuperó la conciencia. Era fornido, bastante alto, pelo castaño. Para nada tenía la pinta de un indigente o drogadicto. Pero estaba desnudo, no se sabía quién era y no había ropa cerca. Un compañero dijo que capaz lo asaltaron, y eso fue lo que más nos cerró, al principio”, comentó.
Un vecino solidario acercó un acolchado para que se cubra y enseguida fue traslado al Hospital Samic, donde un par de horas más tarde el joven dijo su nombre y que era estudiante de ingeniería.
Dos hechos el mismo protagonista
Con esos datos se ubicó a sus padres, que residían en otra localidad, quienes inmediatamente viajaron a Oberá para hacerse cargo de la situación. No hicieron denuncia y rápidamente regresaron a su ciudad con su hijo.
De todas formas, la Policía charló con vecinos de la zona para tratar de determinar qué había pasado.
Fue así que dieron con una señora que les contó que esa madrugada escuchó que los perros ladraron mucho en el patio de atrás y se alertó; se levantó y vio como una sombra que salió del gallinero y corrió por los fondos. Lo divisó con claridad porque había luna llena.
Pensó que había sido algún ladrón que escapó con las manos vacías y fue a ver, corajuda. Le sorprendió que los perros -un minuto antes tan furiosos-, estaban quietos y con las colas entre las piernas, como asustados. Cerró la puerta del gallinero y volvió a la cama.
Al otro día fue la sorpresa, cuando quiso alimentar a las gallinas y encontró que varías habían sido mutiladas o apenas quedaban restos de ellas.
Ante el relato de la señora, uno de los policías recordó un caso similar que meses atrás se había registrado en Los Helechos, donde el dueño de una chacra encontró a un muchacho desnudo en la letrina, a feroces perros convertidos en mansos cachorros y una decena de gallinas muertas.
Resultó que el joven hallado en Villa Blanquita era el mismo, aquel estudiante de ingeniería.
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Daniel Villamea, periodista, hincha de River (no fanático), Maradoniano, adicto a Charly García, Borgiano y papá de Manuel y Santiago, mis socios en este proyecto independiente surgido de la pasión por contar historias y, si se puede, ayudar a otros.
Creer o reventar!
Excelente relato Dani! Mete miedo, pero está muy bueno